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20N: Cuarenta años ya bastan

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Franco y Yague
Se cumplen 40 años de la muerte del dictador. Desde Alternativa Republicana no pretendemos celebrar ni su muerte ni su memoria, de la cual abominamos, todo lo contrario, queremos significar que a pesar de los años transcurridos, de una llamada “transición modélica” y una democracia “consolidada”, el franquismo seguirá vivo y latente en nuestra sociedad, en tanto en cuanto haya el cadáver de un ejecutado en una cuneta, o se mantenga una calle o plaza que lo recuerde, o que se trate de enmascarar el término dictadura con el de “régimen autoritario”.

Queremos resaltar que según distintos informes coincidentes de organismos internacionales independientes, España es el segundo país del mundo en número de desaparecidos cuyos restos no han sido recuperados ni identificados, tras Camboya.

El franquismo, como toda dictadura, fue un sistema completamente opuesto a cualquier clase de libertad política o social; por lo tanto opuesto a la democracia, a la separación de poderes, a que la soberanía nacional resida en el pueblo. Ante la firme creencia de Franco de que la democracia liberal y los partidos políticos habían causado la decadencia en España, sustituyó la democracia parlamentaria por la «democracia orgánica», un engendro antidemocrático, sujeto en realidad a su tiránica voluntad mantenida hasta la muerte.

El principal rasgo definitorio del régimen franquista fue que una única persona, el Generalísimo, acumuló en sus manos unos poderes omnímodos como ningún otro gobernante había gozado jamás en la historia de España. La Ley de Reorganización de la Administración Central del Estado, promulgada solo cuatro meses después del final de la Guerra Civil Española, así lo confirmó al atribuir al Caudillo, «invicto y providencial», todos los poderes ejecutivos y legislativos; y sin embargo, hoy en día, aún algún presunto intelectual dice que no fue una dictadura.

El general demostró su intención de superar esa categoría de mero dictador militar para asumir otras fuentes de legitimación de su poder y, en efecto, muy pronto demostró su voluntad de emular a los dictadores fascistas al proponerse a sí mismo como el Caudillo de una España «Una, Grande y Libre». Y al mismo tiempo se fue forjando la tercera fuente de legitimidad: la de ser una persona enviada por la Providencia divina para la «redención» y «salvación» de la «nación» y de su religión, el catolicismo.

Su régimen siempre estuvo estrechamente relacionado con la jerarquía de la Iglesia católica y muy especialmente con el sector más ultramontano. El clero católico controló en gran medida la sociedad mediante los instrumentos que le proporcionó la dictadura: la censura, la prensa, el código penal, etc. El nacionalcatolicismo fue el principio ideológico que actuó de soporte para fundamentar la depuración que se llevó a cabo para purgar el Estado de desafectos hacia los principios del Movimiento Nacional. En este sentido, fue especialmente intensa la depuración del magisterio como representante de los notables avances sociales que consiguió la II República para los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.

No debemos olvidar que fue el dictador el que nos impuso a su sucesor, el anterior rey Juan Carlos, por lo que la monarquía nunca podrá librarse de la mancha de ser una institución cuya legitimación viene del régimen franquista pese a lavados de cara constitucionales. El actual jefe del estado nunca ha condenado la dictadura criminal que designo como sucesor a su padre.

Hoy, queremos recordar a los más de  270.000 hombres y mujeres detenidos en las prisiones del Estado, a más de 500.000 exiliados. Una gran cantidad de ellos capturados por los nazis y devueltos a España o internados en campos de concentración nazis como enemigos sin Estado.

Entre seis y siete mil exiliados españoles murieron en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen. Otros acabaron en los más de 180 campos de concentración franquistas. Se ha estimado que más de 200.000 españoles murieron en los primeros años de la dictadura, en el periodo 1940-42, como resultado de la represión política, el hambre y las enfermedades relacionadas con el conflicto.

Queremos conmemorar la memoria de todas y todos los demócratas que sufrieron, muerte, cárcel, tortura y persecución  durante la dictadura y que contribuyeron con su esfuerzo, e incluso con su vida, a que la democracia llegara a España.

Sin embargo, la democracia no será plena, hasta que todas sus instituciones tengan verdadera legitimidad democrática, hasta que en España el pueblo sea realmente soberano y eso sólo se logrará cuando España sea una República federal, laica y solidaria

Reclamamos, finalmente, el estricto cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica por todas las instituciones locales, autonómicas y estatales. ¿Cuántas plazas o calles hay dedicadas en Alemania a la memoria de los nazis? Ninguna. ¿Cuantas en Italia a los fascistas? Ninguna. ¿Cuantas hay en España a los franquistas? Cientos, miles… cuando la respuesta debería ser la misma: Ninguna.

Por ello, hacemos un llamamiento a la participación de los ciudadanos y ciudadanas en la Manifestación en defensa de la Memoria Histórica que se ha convocado en Madrid el próximo domingo.

ALTERNATIVA REPUBLICANA

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