Como registrador de la propiedad que es Rajoy actúa como un tipo ordenado, primero una cosa y después la otra, lo malo para él es que después de cuatro años dejando que los relojes y las coyunturas económicas externas le lavaran la ropa ahora se encuentra metido de lleno en varios problemas de muy difícil solución, e incapaz como es para solventar el más mínimo problema acude desesperado a que los demás le sujeten el palo que aguanta la vela de sus mentiras y sus incompetencias. Así mientras que acusa a Mas de protegerse bajo la bandera catalana él acude sin asomo de sonrojo a arroparse con la bandera de una España que hace agua por los cuatro costados gracias a una legislatura que lo único bueno que ha tenido y tiene es que está a punto de terminar. Rajoy se ampara en la rojigualda y en los artículos de una Constitución agonizante, especialmente en aquellos que le permiten ejercitar el uso de la fuerza, especialmente el Art.155 y con su aplicación amenaza a propios y a extraños. Rajoy es así.
Rajoy es sabedor de que la aplicación del 155 debe contar con la aprobación por mayoría absoluta del Senado y también sabe que esa mayoría absoluta que hoy ostenta el Partido Popular en la Cámara Alta la perderá nada más se cuenten los votos de las elecciones del 20-D. En esta tesitura Rajoy debe decidir entre aplicar ahora el 155 con el consiguiente efecto electoral, o si no lo hace y en el caso de que siga gobernando negociar con las formaciones que le puedan proporcionar después del 20-D esa mayoría absoluta en el Senado. De aquí que ande como pollo sin cabeza hablando con lideres políticos con los que ni siquiera ha tenido la deferencia de referirse a ellos por su nombre en ningún momento de la legislatura y a los que ha perseguido sin pausa utilizando todos los medios a su alcance. Unos líderes políticos, todos, cuya única obsesión es ver a Rajoy fuera de Moncloa no parece que sean los aliados más deseables y menos en vísperas de elecciones generales, de momento uno de ellos, el presidente Revilla, después de cantarle a Rajoy sus verdades y regalarle las consabidas anchoas se ha llevado a Santander 100 millones de euros para ir tirando, a eso le llamo yo vender humo a precio de oro.
Unamos a lo anterior que en Cataluña no hay formado Gobierno, ni siquiera presidente investido, que el Congreso y el Senado están cerrados y funcionado por medio de exiguas comisiones permanentes cuya capacidad escapa con mucho de la deseable para abordar de forma democrática el problema de Estado que Cataluña plantea y que Rajoy ha agrandado hasta casi el punto de rebose de ese vaso o de ese plato que ha descubierto y que sin caerse de espaldas compara con el problema catalán y las nacionalidades.
Por su parte el muy católico ministro de Interior ya nos habla de la Guardia Civil y de la Diagonal, nos dice que no mandará a la Guardia Civil a desfilar por la Diagonal de Barcelona, no dice que no la vaya a mandar, lo que quiere decir, intuyo, es que irán todos con el traje de campaña en modo "on". Al mismo tiempo asegura que la respuesta a la actitud de la Generalitat debe ser "proporcionada", lo que significa según él procurar que se restablezca el orden jurídico violado "sin aparatosidad", o sea como en el franquismo tardío, la BPS, el motorista y si acaso algunas tanquetas para que el tráfico fluya, una " proporcionalidad" que no impedirá que los barceloneses se acuerden del general Batet y sobre todo de Companys, mal asunto Mariano, mal asunto. Para terminar de calmar a los catalanes el muy honorable ministro Fernandez Diaz da su visto bueno a las reuniones de Rajoy con el resto de partidos y asegura que por supuesto "no procede" una reunión similar con Artur Mas, reunión que a buen seguro pasaría por ser la más importante que hubiera mantenido Rajoy en toda su regalada vida. De la CUP ni se acuerda.
De lo que Rajoy no se percata es de que la independencia de Cataluña pasa si o si por el voto de todos los catalanes y en lugar de tratar de convencerlos de que España puede ser diferente les manda a la Guardia Civil para poner orden y a Albiol para hacer limpieza, Que grande eres Mariano.
Y el Rey colgando collares.
Benito Sacaluga