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A Pablo Iglesias no le gusta la tauromaquia

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Al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, no le gusta la tauromaquia. En varias ocasiones ha afirmado que no le gustan los toros, pero que a priori, no es partidario de las prohibiciones. Lo que sí se ha manifestado partidario es a que la ciudadanía abriera un debate abierto para decidir.

Durante un programa de 'La Sexta Noche', Pablo Iglesias, aseguró que si ganara las elecciones generales prohibiría el Toro de la Vega de forma inmediata. "No hay trucos, si un alcalde de Podemos permite esa fiesta está fuera".





Precisamente hoy, Pablo Iglesias en su cuenta de Twitter, publicaba un tuit en el que incluía unas páginas del libro "La Busca" de Pío Baroja, en la que subrayaba tres párrafos que narraban una corrida de toros y dejaba el mensaje: "páginas desgarradoras".

El texto de Pío Baroja decía lo siguiente:

Manuel miró al redondel; iban a matar al toro cerca de la barrera, a muy poca distancia de donde ellos estaban. El pobre animal, ya medio muerto, andaba despacio, seguido de tres o cuatro toreros y del matador, que, encorvado hacia adelante, con la muleta en una mano y la espada en la otra, marchaba tras de él. Tenía el matador un miedo horrible; se ponía enfrente del toro, tanteaba dónde le había de pinchar, y al menor movimiento de la bestia se preparaba para correr. Luego, si el toro se quedaba quieto, le daba un pinchazo; después, otro pinchazo, y el animal bajaba la cabeza y, con la lengua fuera, chorreando sangre miraba con ojos tristes de moribundo. Tras de mucho bregar, el matador le clavó la espada más, y lo mató.

Al poco rato salió otro toro.... después de los capotazos de los toreros, dos monosabios comenzaron a golpear con unas varas al caballo de un picador, hasta hacerle avanzar al medio. Manuel vió al caballo de cerca: era blanco, grande, huesudo, con aspecto tristísimo. Los monosabios acercaron el caballo al toro. Este, de pronto, se acercó; el picador le aplicó la punta de su lanza, el toro embistió y levantó al caballo en el aire. Cayó el jinete al suelo, y lo cogieron en seguida; el caballo trató de levantarse, con todos los intestinos sangrientos fuera, pisó sus entrañas con los cascos y, agitando las piernas, cayó convulsivamente al suelo".[Aquí Pablo Iglesias hace una anotación en el libro: "Deprimente"]

El suponía que los toros era una cosa completamente distinta a lo que acababa de ver; pensaba que se advertiría siempre el dominio del hombre sobre la fiera, que las estocadas serían como rayos y que en todos los momentos de la lidia habría algo interesante y sugestivo; y, en vez del espectáculo que él soñaba, en vez de la apoteosis sangrienta del valor y de la fuerza, veía una cosa mezquina y sucia, de cobardía y de intestinos; una fiesta en donde no se notaba más que el miedo del torero y la crueldad cobarde del público recreándose en sentir la pulsación de aquel miedo.



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