Hace ya cinco años que estalló la primavera árabe, consecuencia del hartazgo de largas dictaduras (muchas de ellas apoyadas por Occidente) y de la crisis financiera. La criminal política exterior de George W Bush ha generado unas atroces tensiones en el mundo musulmán, a las que no se ve salida pese a la relativa distensión que han supuesto los mandatos de Obama.
Europa se ve envuelta en una crisis migratoria como no se veía desde los años 30 del pasado siglo. Entonces, fue la limpieza étnica que desarrolló el Tercer Reich lo que obligó a los judíos y opositores a huir en busca de una posible salvación.
Algunos analistas actuales, como Timothy Snyder, ven el peligro de unas nuevas políticas genocidas en Europa. Las sucesivas crisis financieras y alimentarias, así como las guerras, han generado unas tensiones migratorias que en el primer mundo son a menudo mal asumidas por parte de la población. Movimientos populistas ya asentados, como en Francia o Hungría, o emergentes, como en Grecia o Alemania, nos hacen a muchos temer por unos desagradables tics que el consenso democrático de la inmediata posguerra parecía haber desterrado para siempre.
Las desregulaciones y todo tipo de desafueros de las políticas Reagan-Thatcher han sumido al mundo en un caos económico del que no sabemos salir. Aunque particularmente no veo en el horizonte políticas genocidas, un Himmler, un Heydrich, no debemos perder de vista que los esqueletos humanos de Africa que vemos tan a menudo en los medios se parecen demasiado a los liberados de Buchenwald o Bergen-Belsen, y no pretendo hacer demagogia. Las actuales hambrunas son consecuencia más del injusto sistema económico mundial y de lo mal que se hizo la descolonización que de otra cosa, pero el planeta está superpoblado y sobreexplotado, y pese a los avances de la ciencia y la técnica, no se pueden descartar crisis alimentarias a corto plazo a nivel mundial en unos años.
Quizá Hitler hubiese llegado al poder si no hubiese estallado el crack del 29, pero fue éste el que terminó de empujar a un hambriento pueblo alemán a votarle masivamente en las elecciones de 1933.
Creo que se exagera comparando la actual crisis migratoria con los éxodos de los años 30, pero agotado el consenso socialdemócrata keynesiano, la soluciones neoliberales no son capaces de dar respuesta a todos los desafíos planetarios.
Siria no es un caso aislado: todo Oriente Medio es un polvorín, tenemos una guerra en Ucrania, en plena Europa, y por otra parte, el sempiterno conflicto palestino-israelí. Son demasiados problemas los que se acumulan, y el país de moda en la última década, China, no deja de ser un nefasto experimento en el que se combinan el capitalismo salvaje y el control de la población mediante una dictadura de partido único.
La caída de la URSS pareció al principio el triunfo del bando capitalista en la guerra fría, pero hoy vemos que ha generado una serie de nacionalismos que son un peligro más para la estabilidad.
Hace falta un nuevo consenso como el que permitió la reconstrucción de Europa en la posguerra, cambios sustanciales en el orden económico internacional, así como una apuesta por elevar el nivel cultural y educativo de la población para inculcar valores de solidaridad y convivencia entre los ciudadanos, de lo contrario, la civilización, o lo que queda de ella, se verá en serio peligro.
Antonio Jorge Meroño