Se han celebrado las elecciones en Catalunya, en las que la ciudadanía ha elegido a los 135 representantes que constituyen el Parlament. Se dice que han sido las más importantes de las celebradas desde la Transición, por el tema en campaña y los resultados, que han dado la mayoría a la alternativa independentista. Ahora se abre el proceso soberanista. Habría que aprovechar, para decidir sobre otros temas de interés político, económico y social, que no se han tocado o han quedado ocultos en los debates electorales pasados.
Los resultados han sido nítidos y claros y pocas interpretaciones caben. Con un índice de participación histórico (más de 77%), ha ganado la opción soberanista, que ha obtenido 72 escaños, mayoría absoluta (situada en 68 escaños), con el 49,7% de los votos. Catalunya está partida en dos y es mi opinión que la han partido los que defienden la unidad, por su cerrazón, falta de flexibilidad y escasa voluntad de diálogo.
Junts pel Sí, ha obtenido 40,7% de los votos y 62 escaños. La Candidatura d'Unitat Popular (CUP), 9,1% en los votos y 10 escaños. Resultados por la independencia, pese al miedo o quizás por eso, infundido desde el gobierno. También otros actores han intervenido sin sosiego; la oposición mayoritaria, ex altos dirigentes del PSOE, la Unión Europea, banqueros y empresarios y cuantos eran contrarios a que Catalunya sea una república independiente de España. Parecía que todos defendían la trasnochada España «¡Una, Grande y Libre!». Esa España «unidad de destino» histórica, indivisible, imperial y no sometida a influencias extranjeras (salvo que esta sea, como en otros momentos Alemania), que tropieza con los separatismos locales y las pugnas entre los partidos políticos. Los ganadores están legitimados para seguir haciendo su política.
Los partidos tradicionales mayoritarios en España, han sufrido un retroceso previsible, perdiendo hasta 12 escaños. El Partit Socialista de Catalunya, pierde en votos y escaños. Obtiene 16 y el 12,9% de los votos, perdiendo cuatro escaños. Los electores han encontrando un PSC desorientado y no han visto en él una alternativa para los retos políticos actuales por delante. Demasiados bailes ha habido. Pedro Sánchez y su ejecutiva en Ferraz se lo tienen que mirar. Su política no es bien aceptada, precisamente por su falta de claridad y convicción, en la defensa de los valores que ha representado históricamente el socialismo que dicen representar, pero que ya no representan.
El Partido Popular, el más votado en el ámbito nacional, es de los menos votados en Catalunya. Enorme batacazo. Decididamente pierde votos y escaños. Obteniendo un 8,4% en votos y 11 escaños (pierde 8 escaños). Con su peor candidato, el más xenófobo y racista posible, sin atractivos ni ideas de futuro, anclado como está en posiciones históricas del pasado, han convertido al partido en el gran perdedor, con la esperanza de que la pérdida sea duradera, porque representan el franquismo trasnochado. Sería deseable que no tuvieran mal perder, aparcaran las amenazas y aceptaran la voluntad democrática de la ciudadanía en Catalunya, pero está por ver.
Las fuerzas políticas y sociales emergentes, han dado carpetazo, ¿deslegitimado?, al régimen de la Transición, tal y como se diseñó hace cuarenta años y es de desear que tenga un reflejo en las elecciones generales del 13 de diciembre. Ciutadans ha obtenido 25 escaños, con el 15,4% de los votos, consiguiendo cuatrocientos mil votos más que en las anteriores elecciones, convirtiéndose en la segunda fuerza política y otro gran triunfador de la noche. Por su parte Catalunya si que es Pot, ha conseguido 10 escaños y 10,4% de los votos. Bastante por debajo de lo que esperaban y deben reflexionar sobre como han de actuar en adelante, mirando de cara a las elecciones generales. La novedad es que Unió solo obtiene el 2,48% de los votos, por lo que se quedará sin representación parlamentaria, siendo el gran perdedor. Durán i Lleida ya ha presentado su dimisión.
Hay quienes ahora entienden que hay que tener en cuenta los votos y no lo escaños. Los principios de la Ley D'Hont ahora no les interesan, bien defendido para poder gobernar en el ámbito nacional. No vale cambiar las reglas de juego durante el partido; es de ventajistas, como lo son quienes no aceptan los resultados tal cuales han sido. La ciudadanía ha hablado y esta es su palabra. No ha sido un plebiscito, pese a que ahora algunos pretendan decir que lo era.
No soy independentista, nacionalista, ni defiendo ideas nacionales. Soy internacionalista y no defiendo fronteras ni territorios, defiendo a la gente obrera, a la clase trabajadora a la que pertenezco. Defiendo el derecho a decidir de los pueblos y en el proceso catalán también. Hay políticos, intelectuales y voceros, que pretenden demostrar que es más democrático no votar que votar, cosa que no se entiende, salvo porque quienes lo defienden no son demócratas. Ha hablado el pueblo catalán y ha mostrado cuales son sus preferencias y como quiere enfocar su futuro. Solo cabe respetar su decisión y las que puedan venir. También yo quiero ejercer mi derecho a decidir.
Pero no es solo por el derecho a decidir en Catalunya, es el derecho a decidir sobre otros muchos temas de interés social, en los que debemos ser escuchados, ahora más que nunca, ante la profunda involución democrática que estamos sufriendo. «La crisis financiera nos muestra cada día con mayor crudeza las contradicciones existentes entre el neoliberalismo capitalista y la posibilidad de ejercer un gobierno democrático», manifestaban desde la Asamblea Estatal de las Marchas de la Dignidad. En este contexto, tanto el Partido Popular en el gobierno, como el Partido Socialista Obrero Español en la oposición y algún que otro grupo minoritario, han cerrado filas, negando sistemáticamente el derecho a decidir de la ciudadanía en todos los ámbitos y esto se tiene que terminar. Quiero ejercer mi derecho a decidir sobre el modelo de Estado. Quiero un referéndum para decidir sobre la monarquía o república.
Preguntar no debería ofende ni responder tampoco. El Tribunal constitucional, declaró inconstitucionales algunos artículos de la Ley de Consultas, que había sido aprobada sin enmiendas y por abrumadora mayoría por el Parlament. Declaraba que la ley regulaba un referéndum, invadiendo una competencia exclusiva del Estado. Jueces y magistrados de Catalunya, entendieron que la negación del derecho a decidir sólo se puede entender y sostener por un criterio estrictamente ideológico y político, puesto que el llamado «principio democrático» impregna todo el ordenamiento jurídico internacional y comunitario, y una de sus manifestaciones más elementales es el derecho de los pueblos y naciones a decidir su futuro. Consideraban «que este derecho a decidir se puede ejercer en el actual marco constitucional, desde una perspectiva dinámica y viva, no sacramental, como corresponde a un Estado social y democrático de Derecho, que, como define el artículo 1 CE, «propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». El Tribunal y el gobierno entienden que preguntar si ofende y responder puede llegar a ser delito.
El gobierno advierte, amenaza o simplemente manifiesta su voluntad de utilizar el Código Penal. Tomará Catalunya por las armas si es preciso, declarará el Estado de Excepción si le conviene, suspenderá la autonomía asumiendo sus competencias, meterá en la cárcel a Mas por delito de sedición y desconocemos que hará contra los miembros del Parlament, que representan a la soberanía y que defienden la independencia. Todo lo tienen previsto, menos dialogar para la resolución de los conflictos, criminalizando al pueblo que pide democracia. Todo parece que va a ser soledad, oscuridad y frío. Contra la ciudadanía y conociendo el percal, no esperamos sino represión.
El gobierno español, con su aptitud y falta de políticas y sin diálogo, no ha solucionado el problema, sino todo lo contrario. La semana pasada decíamos «No lo dudemos, detrás de Catalunya, vendrá Euskadi y alguna otra región, nacionalidad o nación» y alguno no se ha hecho esperar. El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha advertido al Gobierno de que además de en Cataluña «también tienen un problema en Euskadi» porque a su entender se están dando pasos atrás, se está recentralizando, además de que «no cumple lo acordado», en referencia a las competencias del Estatuto de Gernika aún sin transferir. Es de esperar que las próximas elecciones generales, desalojen a Rajoy de La Moncloa y ponga en su lugar a un gobierno capaz de dar respuesta a este problema, que desde hace tantos años se arrastra, junto con los otros de índole económico y social.
España es uno de los países de la UE donde más ha crecido la desigualdad por la permisividad de los gobiernos». Datos e ideas que se barajan en la documentación de la Jornada Mundial del Trabajo Decente. Nuestro país es ejemplo de una malentendida austeridad impulsada en la eurozona como receta para salir de la crisis, desequilibrado las relaciones laborales en favor de los empresarios, degradando las condiciones de trabajo. El desempleo atenaza a más de 4 millones de personas, más de un 25% de los asalariados son temporales; 1,8 millones de ocupados tienen un contrato a tiempo parcial y los salarios han bajado más de 7 puntos desde 2011. 2,3 millones de personas buscan trabajo desde hace más de dos años y continúa el alarmante incremento. Sobre estas políticas, también quiero decidir.
En cuanto a los resultados electorales de estas autonómicas, escuchamos interpretaciones interesadas, desvirtuando la participación y los resultados, pero las cosas son como son. Ya piden la dimisión de Mas y posiblemente tendría que dimitir, pero no precisamente por los resultados, sino por su gestión. Hay que escuchar la indecencia de algunas declaraciones. Lo cierto es que en España se ha producido una profunda involución democrática en lo político, lo económico y lo social y Catalunya lo ha mostrado, encantada con los resultados del 27-S. Se ha perdido o limitado el ejercicio de determinados derechos en todos los ámbitos. También en Catalunya. El gobierno español ha establecido su modelo totalitario en una España alejada de los auténticos fundamentos democráticos constitucionales.
Negando el derecho a decidir sobre el modelo de Estado, se niega el derecho a decidir sobre el modelo político, social y económico, algo que inevitablemente la historia resolverá. Los resultados catalanes son un paso adelante en defensa del derecho a decidir, en una democracia participativa. Avanzamos en el establecimiento de la República federal.
Víctor Arrogante
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