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Otra Institución a disolver: el Tribunal de Cuentas

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Hay instituciones que no tienen arreglo, que mejor que no existan en vez de continuar con una labor como la que efectúan. Y podría hablar del Senado o de otras, pero hoy me fijaré en el Tribunal de Cuentas.

Este ente debería fiscalizar las cuentas del Estado, y digo debería porque su labor está muy lejos de cumplir con esa misión. Se trata de un Tribunal donde sólo se auditan las cuentas legales –las posibles cuentas B, no se presentan y son las que habría que auditar—, que además son auditadas con cinco años de retraso, cuando de haber algún delito, habría prescrito a los cuatro. Y para colmo está más politizado que el parlamento.

Sí, porque si en algún sitio se necesita gente al margen de los partidos, debería ser en instituciones como ésta, puesto que se trata de juzgar sus cuentas. Y, sin embargo, ahí lo tienen. Actualmente cuenta con siete miembros del PP, cuatro del PSOE y uno de PSOE/IU. Como pueden comprobar, todos nombrados por los partidos políticos y además el PP se ha asegurado la mayoría absoluta.




No es extraño que el PP, cada vez que les traten de imputar cualquier delito, diga que sus cuentas son auditadas por el Tribunal de Cuentas. Hay que tener cara dura. Primero, porque se audita sólo lo que el Partido político presenta –lo oficial—, segundo porque cuando se audita si hubiera delitos ya estarían prescritos, y, tercero, porque ya me dirán ustedes si la mayoría de los miembros del Tribunal son nombrados por el Partido Popular, a ver quién se atreve a poner un pero, eso significaría que le cesarían de inmediato y no podrían volver a elegirlo. Así es que perdería el chollo de su vida.

Por cierto, hablando de la elección. Resulta que hace poco se ha elegido al presidente del Tribunal y ha sido reelegido Ramón Álvarez de Miranda, un viejo amigo del PP que cumple con escrúpulos los mandatos de su partido. Pero, por si acaso alguno de los siete miembros del PP se descarriaba, Cospedal –esa secretaria oculta, a la que esconden porque les da vergüenza y que ha quedado superada por los vicesecretarios— se reunió dos días antes con los miembros del PP del Tribunal, con el fin de asegurar sus votos y no dejar ningún cabo suelto.

Ya ven ustedes que son tremendos, mezclan todos los poderes, les importa un pito Montesquieu y su p. madre, ellos son ellos y a los demás nos han encontrado en la calle.

Por cierto que este maravilloso retiro de oro que significa entrar en uno de los cementerios de elefantes más cualificados, previsto para pagar favores y hacer la vista gorda, tiene 700 empleados –con salario medio de 3000 euros--, de los que 100 tienen lazos familiares entre sí. Así desde el presidente, ese hombre tan ecuánime, justo y objetivo que Cospedal ha elegido: Álvarez de Miranda, tiene una concuñada y un sobrino, a otros miembros tienen a sus esposas, hijos o primos que han entrado al albor del calor familiar.

Para aclararlo todo, el tribunal que examina a los aspirantes está formado por cinco miembros, tres de los cuales son del Tribunal de Cuentas, lo que les da mayoría, incluso son los que deciden las preguntas. Vamos, blanco y en botella.

Y ahora viene el colofón. ¿Qué hay que hacer con una institución así? Desde luego, es imposible que se pueda cambiar para que cumpla el fin exigido, está demasiado viciado, por lo tanto, si de verdad se quiere controlar las cuentas, en condiciones, hay que abolir este ente y crear uno donde se corrijan los grandes males que han llevado a que este ente esté absolutamente desacreditado. Si no, poco se podrá hablar de transparencia, aunque el PP siga insistiendo en que su comportamiento es transparente como el agua. Y sí, como aguas… fecales.

Salud y República

Rafa García Almazán

Fuente: Kabila

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