Hace calor, estamos a cinco de agosto. No me puedo dormir, pero no es por el calor. Llevo varios días esperándolo. Sé que nos llamarán pronto. Está todo perdido. No creo en los indultos de este gobierno cruel e ilegal. Ellos buscan la venganza, y yo me pregunto ¿la venganza de qué? ¿Qué hemos hecho?
Oigo ruidos. Sí, parece que alguien se acerca. Y aquí está abriendo la puerta mi vigilante preferida. Se queda mirando a todas las que estamos, con lagrimas en los ojos. “¡Arriba!”, nos dice, y se pone a leer una lista, con voz entrecortada. Son trece nombre, entre los que me encuentro.
Despacio nos levantamos, nos miramos, nos abrazamos y nos invaden lágrimas, las últimas lágrimas. Sabemos que estamos viviendo los últimos momentos. Ha llegado la hora y no por esperada nos duele menos.
Veo los ojos de mis compañeras, sus caras, y reflejan lo que la mía. No tanto el saber que van a acabar con nosotras sino que sea por nada, por casi nada, sólo por pertenecer, por haber pertenecido a las Juventudes Socialistas Unificadas, ese ha sido nuestro delito. Ser rojas.
Son las dos y media y reina una noche oscura, una noche fúnebre, como las últimas, noches que empiezan con un desfile de presas y presos y que termina con unas detonaciones certeras. Llevamos oyéndolas varias noches. Hombres y mujeres que salen y no vuelven, que lloran por última vez sin consuelo, esperando desaparecer sin sentido.
Salimos de la celda, las trece, y empezamos a escuchar unos ruidos metálicos que al principio no reconocíamos, y sí, son nuestras compañeras desde otras celdas que, en un acto de repulsa ante el crimen, y de solidaridad con nosotras, están pasando sus cucharas por las rejas y creando un ruido ensordecedor que a mí me da fuerzas y, a la vez, pena. Fuerza por sentirme parte de ellas, pena porque no las volveré a ver. Ahí quedan muchas amigas, jóvenes todas, con las que vendíamos el periódico de las JSU, y con las que nos reuníamos, junto a Eugenio Mesón, para decidir acciones en favor de nuestra gente, los trabajadores y los más desfavorecidos. Amigas a las que quizá llamen mañana.
Fuera de la cárcel de Ventas hay un camión esperándonos. No creo que pasan más de cinco minutos, cuando llegamos. Apenas veo el lugar, la luna está tapada, se esconde, no quiere ver la escena, pero sin embargo sé dónde me encuentro. Es el lugar donde fusilan todas las noches, donde nos fusilarán en unos minutos. Estamos en las tapias del cementerio del Este, y el estruendo de las balas será, una noche más, el fin para unos y el anuncio para otros de que mañana puede ser su turno.
De pies, cerca de la pared del cementerio, junto a mis amigas del alma, hago memoria de lo más importante de mi vida. Recuerdo a mi madre, mis hermanos, mis amigos, mi barrio, mi gente, mi querido novio, mis compañeras de la cárcel y más. Delante, a unos metros está el pelotón que ha de acabar con nosotras, acaban de cargar las armas. Y aunque no quiero, el miedo me atenaza y se me suelta el vientre, no puedo evitarlo, pero aún tengo fuerzas y mientras veo que se acerca el final, que están a punto de apretar el gatillo, como si de un coro entrenado se tratara, somos varias los que gritamos: “Viva la Repúbli…”
Aquel día, pétalos rojos quedaron adheridos a las tapias del cementerio y el aroma de juventud e inocencia envolvió el entorno. Porque fueron asesinadas, las rosas más hermosas de mi jardín. Porque trece rosas murieron por nada, y por todo…
Que mi nombre no se borre de la historia!
Salud y República
Rafael García Almazán
Fuente: Blog Kabila
P.D.: En este enlace está la canción “Pétalos” que Barricada escribió en su honor. Y esta es su letra:
Cómo duele Madrid esta noche, como lloran las estrellasCómo la lluvia se hace sangre, en la prisión de las VentasCómo en la tapia del cementerio las balas dejan su huellaCómo los actos de venganza hacen la noche más espesaYa no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el vientoYa no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempoCómo muere Madrid estos años enterrada en el olvidoCómo hubo que tragar ocultando lo vividoCómo jugaban a cazadores Franco y sus asesinosCómo un camión "destartalao" las llevó a su destinoYa no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el vientoYa no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempo*Sólo se escuchaban respiraciones aceleradasy el caminar marcial de quienes las custodiabanRuido metálico de fusiles y correajesy el corazón desbocado desde el pecho hasta las sienesOrden de detenerse y de repente darse cuentaque ya no hay abrazo de despedidaMorirán solas, a escasa distancia de las fosas que las van a cobijarYa no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el vientoYa no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempoYa no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el vientoYa no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempo