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El Museo de la Monarquía ha costado 160 millones de euros a los españoles

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El Museo de la Monarquía ha costado 160 millones de euros a todos los españoles. A falta de los equipamientos básicos y los traslados de las obras de arte, podrá ser inaugurado en el segundo semestre de 2016. Se trata de la inversión cultural más cuantiosa de cuantas se han realizado en Madrid en lo que llevamos desvivido del siglo XXI. Las obras del imponente edificio –40.000 metros cuadrados-, adosado al Palacio Real, ya están terminadas y albergarán una muestra de iconos, cuadros, tapices, muebles, joyas, trajes y otros objetos artísticos de los reyes y reinas de España desde el Siglo XVI. Además reclama varias obras de El Prado, entre ellas, El Jardín de las Delicias, del Bosco.






Sin necesidad de preguntarse qué ha hecho la monarquía por ti ni qué puedes hacer tú por la monarquía, fuentes del equipo de gobierno de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, sopesan su contribución al nuevo museo, cediendo el busto del rey Juan Carlos que, con gran polémica política, han retirado del salón de plenos. Con los bustos ya se sabe que hay que tener mucho cuidado. En España no se ha alcanzado el furor de la antigua Roma, donde al grito de “¡Tiberio al Tiber!”, la gente arrojó al río la estatua del emperador. Tampoco se ha dado el caso que contaba Ryzard Kapuscinski en El Imperio: un hombre fue castigado y enviado a Siberia por atreverse a colocar una soga al cuello del busto del camarada Stalin para meterlo por la ventana ya que no cabía por la puerta. Condenas ha habido, claro, contra unos jóvenes nacionalistas gallegos que intentaron dinamitar sin éxito la estatua ecuestre de Franco en El Ferrol (A Coruña), y algunas otras en los primeros años de la Transición, hace ya mucho tiempo,

En Madrid, donde está la “cabeza rodante” de Rubén Darío –le llamaban ‘rodante’ porque periódicamente, aprovechando la noche, era derribada por unos ultraderechistas que la empujaban calle abajo hasta el lateral de La Castellana, donde la solía encontrar algún taxista–, o el ‘cabezón circulante’ de Francisco de Goya –le llamaban ‘circulante’ porque periódicamente el Ayuntamiento la trasladaba desde la ermita de La Florida a la orilla del río Manzanares y de allí otra vez al lateral de la ermita, y así sucesivamente–, el futuro Museo de la Monarquía será un lugar seguro para colocar el busto del rey constitucional junto a los de sus antecesores y, eventualmente, su sucesor, Felipe VI. De la afición por los bustos con los rasgos faciales más precisos y acabados da cuenta la “saleta de caretas” ya existente en el Palacio Real.

El Museo de la Monarquía, oficialmente llamado de las Colecciones Reales, iba a ser inaugurado en 2010, coincidiendo con el 35º aniversario de la ascensión de Juan Carlos I al trono, pero no pudo ser porque las obras marchaban despacio. Después se sopesó la fecha de 2013, pero tampoco ese año estaba acabado. Ahora, el presidente del Patrimonio Nacional, el diplomáticoJosé Rodríguez-Spiteri Palazuelo, confía en que se pueda inaugurar en el segundo semestre de 2016. El Museo fue ideado hace veinte años y se comenzó a construir hace una década. A pesar de la crisis económica, los sucesivos gobiernos han consignado año tras año un promedio de 15,5 millones de euros en la partida del Ministerio de la Presidencia de la que depende el Patrimonio Nacional. El coste final será de 158.283.854 euros, aseguran los responsables de Patrimonio.

Esta cantidad de dinero de los impuestos de todos los españoles equivale a unos 26.000 millones de las antiguas pesetas y aunque Rodríguez-Spiteri asegure que supone un ahorro de 40 millones de euros sobre el presupuesto inicial, vale recordar que en 2010 el entonces ministro de la Presidencia,Ramón Jaúregui, estimó que la inversión no sobrepasaría los 80 millones de euros. Ya con el PP en el Gobierno se han acelerado y culminado las obras, con independencia de la política de austeridad que, entre otras cosas, supuso la supresión por parte del Ministerio de la Presidencia, del que es titular la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, de los dos millones de euros destinados a la búsqueda de las fosas comunes y la recuperación e identificación de los restos de los demócratas republicanos asesinados en campos y cunetas.

El edificio del nuevo museo–un mamotreto de granito entreverado de estrechas ventanas verticales, obra del arquitecto Emilio Tuñón– ya se alza en la parte posterior izquierda del Palacio Real. Sube desde los jardines boscosos del Campo del Moro hasta la explanada de la calle de Bailén y la plaza de Oriente. Las visitas a los 12.000 metros cuadrados previstos para exposición serán descendentes. Se entrará por la explanada entre la catedral de la Almudena y el patio de armas del Palacio Real y se bajará tres plantas hasta salir al Campo del Moro y la Cuesta de la Vega. Según las explicaciones de Rodríguez-Spiteri y sus colaboradores durante una visita privada para determinados medios de comunicación, en la primera planta se instalará la exposición permanente dedicada a la Casa de Trastámara y a los Austrias, la segunda se dedicará a los Borbones y la menos tres y última albergará exposiciones temporales y grandes conjuntos singulares de las Colecciones Reales, además de los coches y carruajes, que ya cuentan con un espacio propio y componen el llamado Museo de Coches.

Con independencia de que los responsables de Patrimonio acepten o no la eventual cesión del busto barcelonés del rey emérito y otras aportaciones que los comisarios de las exposiciones pudieran considerar de interés, el principal reto de la nueva instalación consistirá, según Rodríguez-Spiteri, en atraer el número suficiente de visitantes para hacer frente a un gasto de mantenimiento estimado entre 5 y 7 millones de euros anuales. El gancho principal podría ser el traslado de varios cuadros del Museo del Prado. Patrimonio se quería llevar Las Meninas y otros cuadros de Velázquez, aunque ahora las negociaciones se centran en la devolución de cuatro cuadros en depósito: El jardín de las delicias, El descendimiento, La mesa de los pecados capitales y el Lavatorio.

Si nos atenemos al valor que Manuel Azaña concedía a la histórica pinacoteca española –”El Museo del Prado es lo más importante para España, más que la Monarquía y la República juntas”, decía cuando los franquistas lo bombardeaban–, resulta difícil que sus responsables se deban desprender de esos lienzos para atraer visitantes a la nueva instalación real. El Museo de la Monarquía tendrá que competir además con el Palacio Real que, según Patrimonio, recibe 1,3 millones de visitantes al año y a 10 euros la entrada aporta 7 millones de euros. Cabe esperar que tratándose del mismo organismo estudien formas de colaboración entre ambos sitios de interés con la entrada a cincuenta metros una de otra.

Luis Díez | Cuarto Poder


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