Desde el advenimiento de las últimas elecciones municipales parece como si el espíritu de reposición de la legalidad robada por el golpe de Estado del 36 de Franco y sus secuaces, se extendiera por los distintos puntos cardinales de nuestra piel de toro. Todo parece indicar que, finalmente, la dignidad se abre camino entre la conciencia de muchos munícipes ibéricos. Saludamos, pues, este feliz y vigoroso contagio por la Democracia. Cabe recordar que fueron otras elecciones municipales las que trajeron la Democracia a España, aquel venturoso 14 de Abril de 1931, “primavera española” desbordante de ilusión y entusiasmo popular.
Pero, esta actitud de reprobación a la forma de Estado que a los españoles nos impuso, atada y bien atada, el sátrapa caudillejo, no empezó con la decisión de la actual alcaldesa de Barcelona de retirar una efigie de Juan Carlos I. En los distintos Ayuntamientos del País Vasco ya se venía dando desde tiempo atrás, aunque la prensa servil no nos informara de ello, como tampoco de las que en la actualidad se producen en otras varias localidades. Evidencia cierta, hasta la saciedad, de la manipulación a que está sometida la ciudadanía española por los medios (des)informativos. El Ayuntamiento de San Sebastián, por ejemplo, hace varios años que retiró el retrato de Juan Carlos I que presidía el Salón de Sesiones, sin que aún se haya repuesto.
Actualmente, en Galicia se están produciendo acuerdos parecidos. En la localidad orensana de A Rúa se retiraron dos fotos del Rey de las dependencias municipales, sustituyéndolas por un mapa de Galicia y en Moaña (Pontevedra) el retrato del Rey y la bandera española pasaron a dependencias policiales, sustituidos por una foto de Castelao, padre del nacionalismo gallego.
Tampoco Aragón es una excepción, pues el Ayuntamiento de Zaragoza decidió que el pabellón príncipe Felipe pasara a llamarse José Luis Arbós, técnico del CAI Zaragoza que llevó al equipo a la élite del baloncesto fallecido el pasado octubre. El Ayuntamiento zaragozano dijo tomar esta decisión para atender la petición recibida de la afición del CAI plasmada hace unos meses en la recogida de 15.000 firmas en tan solo diez días.
Ya, más al sur, es de sobra conocida y debatida la decisión del alcalde de Cádiz que sustituyó la foto de Juan Carlos I, que presidía su despacho, por la de Fermín Salvochea, alcalde anarquista de la ciudad durante la Primera República.
Volviendo a Cataluña, se está dando un goteo de ayuntamientos sumándose a la Asociación de Municipios por la Independencia. Tres de entre las más importante poblaciones, Castelldefels, Terrassa y Sabadell, ya lo han hecho, y se espera que, de inmediato, le sigan otras muchas.
Y, a todo esto ¿cuál es la postura del gobierno central? El lloriqueo infantil pidiendo respeto a la contribución de Juan Carlos I a la Democracia, cuando no la risible amenaza del Ejecutivo, corrupto y desprestigiado, de que actuará (no explica cómo) en caso de que no se cumpla la obligación legal de que en los consistorios españoles luzca una efigie pictórica, fotográfica o en busto, del jefe del Estado. Alegando, por otra parte, que en España hay símbolos que están protegidos y amparados por la Constitución y las leyes, ofreciendo a los ayuntamientos que no dispongan de un retrato de Felipe VI que lo soliciten al Gobierno que se lo enviarán (by the face). Si Marx (Groucho) levantara la cabeza…
José Antonio Carrasco Pacheco