La primera entrega ¿Cuándo se rebelará la gente? se centró en la necesidad de una toma de conciencia individual como precursora necesaria de una conciencia colectiva. Ésta se centrará en la rebelión en sí, en lo que se le pide a la ciudadanía, a quienes ya se han rebelado individualmente.
Cuando nos fijamos en las propuestas de movilización, podemos distinguir dos tipos fundamentales:
1.- Las promovidas por organizaciones integradas en el sistema para mejorar su situación en el seno del mismo.
2.- Las promovidas por organizaciones críticas con el sistema, pero poco dadas a presentar alternativas. Es la queja por la queja, como mucho algún encomiable intento de paliar consecuencias concretas de la situación de opresión que vivimos.
Nos quejamos de la pasividad de la gente, pero ¿no será que a la gente no le interesa ni el mercadeo político en el seno de la monarquía franquista ni la queja por la queja? ¿No será que lo que falta es un objetivo claro y viable que mueva a la gente de una vez por todas?
Quizás haya llegado el momento de cambiar el planteamiento. No podemos seguir dejándonos manipular. No podemos entender como un conflicto entre la derecha y la izquierda monárquicas lo que es una situación de opresión de la gran mayoría de la población por parte de los especuladores y corruptos, valga la redundancia.
El problema no es la política en sí, sino un sistema corrupto e ilegítimo para el que las personas son sólo un medio que permite ganar dinero. El problema son los políticos que se han dejado comprar por el sistema y monopolizan nuestro derecho a decidir, no la política, la política es la solución.
Si el problema es el sistema, cambiémoslo. Se puede hacer, ya se ha hecho en otros sitios y no lo tenían especialmente fácil. Pero hay que dejarse de integrismos, de purezas y sustituirlos por coraje y determinación, hay que atizar donde duele (metafóricamente hablando). Hay que fijar el objetivo y confluir en él, sin marcha atrás, hasta conseguirlo.
La "constitución del miedo" de 1978 (muy democrática ella) está blindada contra la voluntad popular, los referéndums no pueden ser vinculantes y las ILPs tienen que ser aprobadas por los mismos que han provocado la reacción popular en su contra. Necesitamos un doble mecanismo de acción, una presión popular callejera intensa y constante y una representación parlamentaria claramente antisistema, "antiestesistema".
Es necesaria la presencia institucional para desactivar el blindaje de la constitución y evitar una segunda transición o, como yo prefiero llamarla, una segunda estafa. Necesitamos un caballo de Troya que abra las puertas a un proceso constituyente con garantías de que no nos volverán a engañar, con garantías de que no le darán una nueva capa de maquillaje al franquismo.
Y es necesaria la presión popular callejera para dotar de fuerza y legitimidad a la operación rupturista.
Hay que empezar a confluir y hay que empezar ya. Pero sobre propuestas de alternativa, no sobre las expectativas de voto de quienes llevan 35 años pensándoselo.
Ya sabéis, son cosas mías, pero estoy (como mis compañeras/os) a la entera disposición de quien quiera hablar seriamente de futuro, porque se puede vivir mejor y podemos conseguirlo.
Javier Sánchez-Mota
Militante de Alternativa Republicana (ALTER) de Málaga.