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Un acuerdo injusto es un fracaso aplazado.

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La Comunidad Internacional debe revisar las condiciones del “acuerdo” impuesto a Grecia, por ser incompatibles con el Art. 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Más allá de la legitimidad que puedan argüir los acreedores, la situación actual es claramente insostenible, supone una intromisión ilegítima en los asuntos internos de una nación soberana, desestabiliza la región y reconfigura una nueva —e inaceptable— correlación de fuerzas en el seno de la propia Unión Europea, contraria a sus principios de fraternidad y progreso.

La Unión Europea debe asumir su responsabilidad histórica como conjunto de naciones libres que se unen, respetan y organizan, entre iguales, para cooperar y progresar con mayores garantías frente a la adversidad colectiva o individual.







¿Deuda pública o especulación salvaje?

Hacer pasar como deuda pública lo que realmente es deuda privada, además de ser un engaño a la razón y la lógica, constituye una estafa contra toda la sociedad.
Es preferible dejar caer a cinco o seis entidades bancarias que erraron en el cálculo de los riesgos al especular con la economía de naciones enteras, que hurtar el presente y el futuro a dos generaciones de ciudadanos.

Castigo colectivo

Las condiciones impuestas a Grecia, a medio plazo, impedirían el pago de sus escuelas, universidades, hospitales, seguridad, pensiones, subsidios, inversiones, infraestructuras, patrimonio, etc.

Ni siquiera a las naciones culpables de las más execrables atrocidades cometidas en guerras de agresión, expansionistas y coloniales, se les ha impuesto jamás un régimen de castigo parecido al “acuerdo alcanzado” con Grecia.

“¡Putos griegos! ¡Putos alemanes!”

Por otra parte, debemos denunciar y rechazar el discurso de odio. Ni los griegos son vagos, ni eluden tributar, ni viven a costa de nadie. De igual modo: ni los alemanes son nazis, ni todos ellos son ricos, ni especuladores, ni ultraconservadores neoliberales.

Los ataques colectivos contra la dignidad de sociedades enteras son injustos e irresponsables.

Debemos rechazar este tipo de xenofobia porque, por injusta, en cualquier instante podemos ser víctimas de ella (de hecho ya lo somos en muchas partes).

Cuestión de números

Finalmente, puesto que al hablar de economía, estamos hablando de matemáticas, permitidme aportar una consideración estrictamente numérica sobre la cuestión: cualquier persona que conozca el detalle de los cálculos que subyacen a este asunto, sabrá que la deuda griega es matemáticamente impagable en cualquier escenario realista.

Corrijamos cuanto antes

El sentido de la concordia nos enseña que la solidaridad entre naciones, pueblos e individuos contribuye decisivamente a consolidar el progreso, la confianza y la seguridad común.

El progreso de la Humanidad es incompatible con el ahondamiento de los desequilibrios sociales.

Es imposible concebir una Europa sin Grecia. Sin Grecia, la Unión Europea perdería el derecho a seguir llamándose Unión Europea. Ninguna persona, ningún pueblo, ninguna sociedad debe ser arrojada a la basura. No se puede desahuciar a todo un país. Grecia debe seguir formando parte de la «Zona Euro».

Unión Europea, escucha: nada une más que la solidaridad; nada genera mayor seguridad que la Justicia.

La situación actual es radicalmente injusta y la injusticia es inestable por naturaleza. Por humanidad: revisemos los términos del “acuerdo” impuesto a Grecia.

Jaume d’Urgell, Bilbao, 15 de julio de 2015.

(Copyleft) Se puede reproducir libremente.



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