Las andanzas de Francisco Franco durante la Guerra Civil y la posterior dictadura, con mayor o menor rigor, están hoy al alcance de cualquiera, tanto de los que desean conocer la verdad como de aquellos que prefieren negarla, hay versiones para todos.
Durante la dictadura y años inmediatamente posteriores la verdadera historia estuvo secuestrada. La inmensa mayoría de los españoles que vivieron los primeros años de democracia no mostraron ningún interés especial por conocer esa verdad que hoy se nos muestra con toda su crudeza por mucho que los negacionistas intenten callarla.
Durante la dictadura y años inmediatamente posteriores la verdadera historia estuvo secuestrada. La inmensa mayoría de los españoles que vivieron los primeros años de democracia no mostraron ningún interés especial por conocer esa verdad que hoy se nos muestra con toda su crudeza por mucho que los negacionistas intenten callarla.
Según lo que el catedrático de Historia Contemporánea Julián Casanova nos dice en un excelente articulo publicado en "tintaLibre" (junio 2015), en el que llama a todos a la lucha por la memoria frente al olvido oficial, titulado: "Historia, memoria, política: el legado del franquismo":
Bajo el recuerdo traumático de la guerra, interpretada como una especie de locura colectiva, con crímenes reprobables en los dos bandos, y el del miedo impuesto por la dictadura, nadie habló entonces (1978) de crear comisiones de la verdad que investigaran los miles de asesinatos y la sistemática violación de los derechos humanos practicada hasta el final por Franco y sus Fuerzas Armadas.
Perdido el miedo y en relación con la memoria, centrada ésta en la figura de Franco, conviene no olvidar su intervención en la Revolución de Octubre de 1934 (1), casi dos años antes de que llevara a cabo el golpe de estado contra la República.
En 1934 el Gobierno radical-cedista presidido por Lerroux con el apoyo de Gil Robles y la oposición de Alcalá Zamora encarga al general Franco la sofocación de la revolución obrera asturiana. Franco toma inmediata "posesión" del Ministerio de la Guerra y comienza a elaborar sus planes militares para aplastar una revolución que desde su creciente paranoia cree inspirada por Moscú, planes a los que dota de toda la crueldad posible. Según Paul Preston:
"Libre de consideraciones humanitarias que hacían que algunos oficiales superiores más liberales dudaran en utilizar todo el peso de las fuerzas armadas contra civiles, Franco afronta el problema con gélida crueldad"
El teniente coronel López Bravo se muestra contrario a que sus soldados disparen contra civiles, en cualquier caso duda de que muchos lo hagan, Franco lo destituye fulminantemente y da su puesto al falangista Juan Yagüe, un "africano" a la postre integrado en la conspiración militar para derribar al gobierno del Frente Popular. Juan Yagüe queda al frente de los cuerpos del Ejército africano designado para eliminar a los trabajadores asturianos.
Se entra a sangre y fuego en Gijón y Oviedo, se llevan a cabo cientos de ejecuciones sumarias entre los obreros y se persigue sin piedad a los revolucionarios. La represión fue brutal y no lo fue más aún gracias al acuerdo alcanzado entre el general López Ochoa y el líder de los mineros Belarmino Tomás, un acuerdo que enfureció a Franco, a Yagüe y al lider de la CEDA Gil Robles, partidarios éstos de que la represión fuese extrema. Dos años más tarde tuvieron ocasión de llevarla a cabo y durante 40 años.
La prensa de derechas cercana a la CEDA habla de Franco como "Salvador de la República". Lerroux le concede la Gran Cruz del Mérito Militar y le nombra jefe superior de las fuerzas militares de Marruecos. En 1935 el ministro de la Guerra, Gil-Robles (CEDA) le nombra jefe del Estado Mayor del Ejército. En esos momentos las máximas aspiraciones de Franco eran las de llegar a ministro de la Guerra, golpes de estado aparte. Con la Victoria del Frente Popular en 1936, Franco ve desvanecerse sus esperanzas de llegar a ministro y retoma su anterior postura golpista. Aduciendo irregularidades electorales pide a Portela Valladares que declare el estado de guerra, Portela se niega. El nuevo ministro de la Guerra destituye a Franco de la jefatura del Estado Mayor Central y le destina a la Comandancia General de Canarias. Franco ve finiquitada su carrera militar si el Frente Popular sigue gobernando y poco tarda en reunirse con Mola, Varela, Fanjul, Orgaz y el comandante Galarza. El golpe de Estado ya está en modo operativo, la gran masacre franquista contra la población está diseñada y las ambiciones de Franco satisfechas. Hitler y Mussolini se apuntan a la fiesta del exterminio republicano mientras Europa mira para otro lado. El rey en el exilio ríe.
Benito Sacaluga
(1) La Revolución de 1934 o huelga general revolucionaria en España de 1934, fue un movimiento huelguístico revolucionario que se produjo entre los días 5 y 19 de octubre de 1934, durante el bienio radical-cedista de la II República. Este movimiento estuvo alentado desde amplios sectores e importantes dirigentes del PSOE y la UGT, como Largo Caballero o Indalecio Prieto y de forma desigual por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y el Partido Comunista de España (PCE). Los principales focos de la rebelión se produjeron en Cataluña y en Asturias, aunque los sucesos más graves tuvieron lugar en esta última región.
Se estima que en los 15 días de revolución hubo en toda España entre 1.500 y 2.000 muertos (aunque algunos autores hablan de 1.000 o de 4.000) de los que unos 320 eran guardias civiles, soldados, guardias de asalto y carabineros. La ciudad de Oviedo quedó prácticamente destruida. Y se estima que en toda España fueron detenidas y sometidas a juicio entre 15.000 y 30.000 personas que participaron la revolución. Los datos son difíciles de comprobar debido a la fuerte censura que se aplicó sobre esta revolución.(Wikispaces Aula)