Tras las elecciones del 24 de mayo, y a unos meses de las Elecciones Generales, el debate sobre la UNIDAD POPULAR está ocupando el centro del debate político en las organizaciones de la izquierda de nuestro país, y está llenando páginas de los digitales con noticias, declaraciones y artículos de opinión de sus principales líderes, pero también amplios espacios de debate en las redes sociales.
El debate requiere un extraordinario ejercicio de claridad y honestidad en los planteamientos si queremos que la apuesta por la UNIDAD POPULAR se materialice en una realidad organizativa y política capaz de asumir en sus manos la tarea de la transformación social en nuestro país. Una transformación que no puede ser llevada a cabo en solitario por ningún gobierno si este no hunde sus raíces en las luchas sociales y en la movilización. Ninguna conquista social, pasada o futura, viene dada como magnánima concesión de quienes ostentan el poder, sino fruto de la lucha social. Por tanto, arrebatar el poder a las élites no será fruto únicamente de unas elecciones victoriosas, sino de un proceso paralelo de lucha y movilización social.
Unidad Popular ¿para qué?
Quienes apostamos por la UNIDAD POPULAR no lo hacemos únicamente para impulsar una candidatura electoral capaz de ganar las elecciones. La UNIDAD POPULAR es mucho más; es una apuesta decidida y unitaria por la transformación social, por solucionar los problemas de una mayoría social que no pueden ser resueltos en el actual régimen político y económico, sino que requieren de un nuevo marco legal y constitucional para poder ser resueltos, por construir un nuevo proyecto de país cuyas instituciones no estén al servicio del poder económico y financiero, y donde la economía y las finanzas estén al servicio de un pueblo que gobierne de manera participativa sus instituciones. En definitiva, por un nuevo sistema democrático, evidentemente republicano.
La apuesta por la UNIDAD POPULAR no pasa por disolver, cuestionar o anular las organizaciones o movimientos existentes, sino por poner en sintonía aquello que es común en sus programas en pro de un cambio real en nuestro país. Y ese cambio debe implicar necesariamente arrebatar el poder a las élites económicas y financieras (IBEX 35). Por eso, si conseguimos que se abra paso en el conjunto de la izquierda la política de UNIDAD POPULAR, el próximo periodo – incluyendo las inminentes Elecciones Generales – podría tener un carácter Constituyente, algo a lo que puede contribuir decisivamente el resultado de las pasadas elecciones del 24M.
La importancia de las elecciones municipales y autonómicas del 24M
Las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo han puesto de manifiesto varias cuestiones. La primera es que los partidos del régimen han sido quebrados en algunas de las principales ciudades de nuestro país, ya sea con candidaturas unitarias como las de Madrid, Barcelona, Zaragoza, con candidaturas como las de IU en Zamora o otras destacadas como Valencia. Esta situación se ha reproducido en miles de municipios, lo que abre una importante oportunidad – si hay voluntad – para convertir el poder local en una palanca de cambio en el conjunto del Estado. La segunda cuestión que se ha evidenciado es que PODEMOS no ha sido capaz de convertirse en la alternativa al bipartidismo ni ha conseguido quebrar su mayoría, quedándose en un porcentaje no muy distinto al que aspiraba IU antes de su aparición, algo que era calificado como “insuficiente” por los líderes de Podemos hace ahora un año. Y la tercera, que IZQUIERDA UNIDA, a pesar del pésimo resultado en las elecciones autonómicas, ha obtenido un excelente resultado en las municipales, incrementado notablemente su poder local – fruto de una organización sólida en sus bases- por lo que será un actor principal en el proceso de transformación local y estatal.
Sin embargo, a pesar de las grandes oportunidades abiertas, también existen importantes peligros, sobre todo el peligro del auge fascista en las calles si los nuevos gobiernos locales de izquierda no son capaces de resolver problemas y de marcar su propia agenda, sobre todo ante los ataques mediáticos, políticos, judiciales y económicos que desde la extrema derecha se van a suceder sin cesar durante los próximos meses.
La UNIDAD POPULAR será antifascista o no será
El 2 de Junio de 1935, en un discurso pronunciado en el Monumental Cinema de Madrid, Pepe Díaz dijo:
“El peligro fascista es más grande que nunca, en España. El Poder, el aparato estatal, está en manos de un gobierno integrado por reaccionarios y fascistas. Y este gobierno, cargado de las peores intenciones, está tomando las medidas orgánicas y estratégicas para impedir el desarrollo del movimiento revolucionado. Para lograrlo, no repara en los procedimientos. Mantiene al país bajo el terror. Mantiene, a pesar de que todos los días habla de tranquilidad, el dogal permanente del estado de alarma y de prevención”.
Si no hubiese indicado el autor y la fecha, posiblemente a cualquier lector de este artículo le parecería una afirmación válida para nuestros días. Y lo es. Tras la aprobación de la Ley Mordaza, la aplicación de leyes totalitarias, y la incesante represión por parte del régimen contra las voces disidentes, el peligro fascista es enorme en la España de 2015. Hace apenas unos días todos asistimos con estupor, indignación y rabia a la detención y encarcelamento de ALFON, después de un montaje policial con el que se le acusó de tenencia de explosivos y al que se le tiene sometido al régimen FIES en Soto del Real por pertenencia “a grupos y colectivos violentos”. Hoy ha sido ALFON pero mañana puede ser cualquiera de nosotros.
Son muchos los ejemplos a lo largo de todo el Estado que demuestran el carácter cada vez más totalitario del régimen, y muchas las medidas políticas, policiales y judiciales que se están tomando por su parte para impedir el cambio en nuestro país, sin olvidar el papel que a tal efecto están jugando los medios de comunicación (al servicio del IBEX 35).
Por eso, cualquier apuesta por la UNIDAD POPULAR deberá tener también un carácter inequívocamente antifascista, y eso implica que debe haber una respuesta unitaria desde nuestras organizaciones, pero también desde nuestros gobiernos locales ante cualquier ataque fascista, ya venga procedente del Gobierno del Estado, de la justicia, de los medios de comunicación, o del fascismo callejero. No se puede tener miramientos con ninguna forma de fascismo y debe ser combatida de manera firme y unida, desde la calle y desde las instituciones.
Sin organización no hay UNIDAD. Una ofensiva desordenada acaba en una huida en desbandada
Y otra cuestión fundamental es la importancia de la organización para la construcción de UNIDAD POPULAR. Debemos tener en cuenta que cualquier ofensiva contra un enemigo organizado que se haga de manera desordenada, acabará inevitablemente en una huida en desbandada. Y eso puede suceder con la izquierda española – que se disperse en desbandada – si la apuesta por la UNIDAD POPULAR no se hace sobre la solidez de las organizaciones y los movimientos que la componen, sobre el entendimiento en torno a un Programa, y sobre la movilización social. Y en ese sentido las MARCHAS DE LA DIGNIDAD han sido y son el espacio unitario de movilización de toda la izquierda por el que debemos seguir apostando, poniendo especial atención en las movilizaciones previstas para este otoño.
Quien pretenda que la UNIDAD POPULAR pase por la disolución o la anulación de las organizaciones de izquierda existentes, o por limitar la lucha únicamente al campo electoral, debe saber que está apostando por la aniquilación definitiva de la izquierda española y por acabar con cualquier esperanza de victoria. Italia seria el espejo en el que deberían mirarse quienes apuestan por esta vía.
Por tanto, y aunque la apuesta por la Unidad para la transformación social supera con creces la capacidad y las posibilidades de los partidos, el papel de los partidos es fundamental. La fuerza de la izquierda real es la fuerza de sus organizaciones, pero sobre todo, la capacidad de éstas para encontrarse en torno a un programa y defenderlo conjuntamente, ya sea en el campo institucional, como en la lucha social en la calle. Es así como se construyen las alternativas victoriosas. Así se conformó el Frente Popular que ganó las elecciones en 1936 y que defendía al unísono sus conquistas en las calles y que luchó durante 3 años contra el fascismo tras el golpe de estado del 18 de julio. Así se conformó la UNIDAD POPULAR de Chile que ganó las elecciones en 1970, y cuyas conquistas se vieron truncadas por la fuerza con un golpe de Estado en 1973. Así se inició el proceso bolivariano con la victoria del Polo Patriótico en 1998 que llevó a Chávez al poder, y que compaginó desde el principio la UNIDAD POPULAR en el campo electoral con la lucha en las calles, consolidando una gran fuerza social capaz de frenar sucesivos intentos de golpes de Estado contra la Revolución.
UNIDAD POPULAR, con lealtad y sin pedigrís
La construcción de UNIDAD POPULAR requiere de un gran ejercicio de lealtad entre compañeros y compañeras. Quien considere la política de UNIDAD POPULAR como un instrumento para la batalla política en el interior de las organizaciones estará haciendo un flaco favor a la propuesta y la estará condenando al fracaso. Y al igual que en la UNIDAD POPULAR no debe haber gallos del gallinero, tampoco debe haber actores políticos con pedigrí. La UNIDAD POPULAR es una propuesta valiente, amplia, generosa, audaz y ganadora, pero no hay momento que esté por encima del ejercicio más básico de lealtad entre compañeros y entre organizaciones.
Construyendo la UNIDAD POPULAR ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, barrio a barrio
La UNIDAD POPULAR se debe construir ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, barrio a barrio, mirando a las bases de las organizaciones y obviando a los líderes mesiánicos ebrios de soberbia que cada día desprecian cualquier posibilidad de unir a toda la izquierda al tiempo que hacen guiños a la Monarquía, al IBEX 35 o a Wall Street. Es necesario impulsar desde el ámbito local el debate; creando espacios unitarios, de entendimiento, de colaboración y de acción entre absolutamente todas las fuerzas que apuesten por la ruptura con el régimen desde la izquierda. El 24M ha abierto un nuevo escenario para facilitar esta labor, aprovecharlo o no depende de nosotros. De construir UNIDAD POPULAR con sólidos pilares y profundos cimientos dependerá el éxito o no de nuestro propósito.
Javier Parra
Fuente: www.unidadpopular.es