Como suele ocurrir con Rajoy, siempre que anuncia algún cambio, decepciona. Y es que tiene alergia a los cambios, porque ya me dirán ustedes si no ha habido motivos para hacer cambios, para una crisis del partido, y del gobierno. Del gobierno no podemos hablar todavía, aunque cada vez se va diluyendo más la posibilidad de un cambio sustancial. En todo caso algún ministro de los marcados, como Wert, será sustituido, y poco más.
Ahora toca hablar de los cambios en el Partido Popular, anunciados con bombo y platillo como si hubiera habido una revolución cuando lo más que ha habido es un remiendo que difícilmente aguantará los cinco meses que quedan hasta las generales.
El gran cambio en el partido ha sido el del mismo líder, que parece otro. Se ha pasado tres años y medio sin aparecer apenas, como presidente del partido, y lleva esta semana que no para, hasta habla, en directo, con los periodistas, algo inédito. Parece que quiere ser el gran protagonista, él mismo, hasta las elecciones generales.
De los otros cambios, yo los llamaría cambitos, siguiendo la línea gatopardista, que tanto domina el capo, apenas tendrán incidencia. Y es que, aunque ha pretendido rejuvenecer el partido, se ha dejado en el núcleo duro del PP a dos piezas de caza mayor que no se ha atrevido a tocar, y que además están en lucha entre sí. Hablo del incombustible Arenas –más conocido como el Jordi Hurtado de la política— y la persona más criticada en el partido, dentro y fuera, la secretaria general: Cospedal.
En el caso de Arenas es difícil saber por qué no le toca, a pesar de ser quien más elecciones ha perdido. Quizá ha sido el que menos se ha mojado en los asuntos turbios del PP y además es el que más se parece a Rajoy, es de un seguidismo rajoyista extremo.
A Cospedal, a la que ni tan siquiera ha nombrado en su discurso de cambio, no se ha atrevido a moverle la silla y eso que tenía motivos sobrados. Haber perdido el gobierno de Castilla La Mancha y haberse fabricado tantos enemigos dentro y fuera de su partido debería haber sido suficiente. Quizá ha preferido despedirla de forma simulada y en diferido, y todavía no nos hemos enterado.
Los que han perdido esta batalla han sido González Pons, el tipo que, según mi opinión, mejor practica el tenebrismo en política, y Carlos Floriano, un personaje que todavía nadie se explica como consiguió estar en primera fila.
Y ahora vienen los auténticos beneficiados del cambio, los que han ascendido a coronel. Son los cuatro nuevos vicesecretarios, que cuanto más les veo, más se parecen a los chicos y chicas de C’s:
- Martínez Maíllo, vicesecretario de organización. El sustituto de Floriano, el número tres del partido. Lo que sabemos de él es que en Zamora, donde era el presidente de la diputación, el PP ha perdido la alcaldía de la capital, que ha ganado Izquierda Unida, además de haber bajado en votos de forma alarmante, y que para colmo está imputado. Yo no creo que un imputado deba dimitir hasta que no se le abra juicio oral, ahora bien, de eso a nombrarlo estando ya imputado, y sobre todo defender este nombramiento cuando se piden dimisiones a los demás partidos es una desvergüenza pepera típica.
- Pablo Casado, una estrella que pretende llegar a lo más alto en el PP y en política nacional. Una estrella muy particular, capaz de denostar a las víctimas del franquismo, sin el menos rubor, y todavía no ha pedido perdón por sus calurosas declaraciones. Es el mismo que pedía la dimisión inmediata de Zapata hace unos días. ¿Se puede ser más hipócrita e interesado?
- Javier Maroto. Otro perdedor. Con él, el PP ha perdido la única alcaldía del País Vasco, la de Vitoria. Otro perdedor que coloca en el partido.
- Andrea Levy. Viene de Cataluña, donde el PP se ha llevado otro gran batacazo, siendo una de las lideresas del partido que más se ha empeñado en la campaña electoral, un fracaso total. Si alguien tiene dudas de lo que piensa, lean este último artículo de su blog.
A todos estos hay que añadir a Moragas, la sombra del presidente, al que le ha nombrado director de la campaña electoral. Un cargo difícilmente clasificable, si pensamos que la directora de la campaña de 2011 fue la deplorable Ana Mato.
Total, entre perdedores, voceras, profranquista e imputado anda en juego. Y la ruleta sin girar. ¡Vivan los cambios!
Salud y República
Rafa Almazán
Fuente: Kabila