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La República de todos . 80º aniversario del sufragio femenino en España

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No resulto fácil para la mujer en España conseguir que se la tuviese en cuenta a la hora de decidir, ni tan siquiera en aquella joven república, en casi todos aspectos muchísimo más avanzada que este apéndice de la dictadura franquista que sufrimos en la actualidad.  Si bien es cierto que el poder de la Iglesia Católica era inmenso en cuanto a la influencia que ejercía sobre determinados colectivos femeninos,  en aquella República laica y con vocación de servicio al ciudadano, se temía que esa malsana influencia sobre muchas mujeres diese al traste con los incipientes logros, aún en fase inicial.

Sin embargo el 1 de octubre, hace 80 años, se aprobó por primera vez en la historia española el artículo constitucional que consagró el derecho al voto femenino. En aquellas Cortes sólo había tres mujeres y, paradójicamente, dos de ellas, Clara Campoamor y Victoria Kent, protagonizaron posturas totalmente  contrapuestas.

Por un lado Victoria  Kent del Partido Radical Socialista, que hablaba así sobre la necesidad de aplazar el voto femenino: "No es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República”.  "Para encariñarse con un ideal, necesita algún tiempo de convivencia con el mismo ideal".  Argumentaba Victoria Kent asegurando que, si todas las españolas fuesen obreras o universitarias "y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino".

Solo la tenacidad y el convencimiento, en contra hasta de su propio partido de una mujer extraordinaria, la cual si a la República hubiese que ponerle un nombre y un rostro debería ser el suyo.  Clara Campoamor, fue la encargada de replicar a su colega para apostando por reconocimiento de la mujer como persona,  , todos sus derechos por "pura ética". :  “Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su derecho como ser humano", argumentó a los diputados. Aunque en el hemiciclo,  enfrentándose a sus propios compañeros de partido, la votación en las Cortes de 1931 ganó el sí por 161 votos frente a 121.   El artículo 34, consagraba la igualdad entre hombres y mujeres permitía a las mujeres mayores de 23 años poder ejercer su derecho al voto, no sólo como candidatas sino también como electoras. El texto su texto terminaba así: “Se reconoce, en principio, la igualdad de derechos de los dos sexos".

Muy mal sentó a algunos diputados de izquierdas, uno de ellos, despechado, se atrevió a gritar con ironía:"¡Viva la República de las mujeres!"  Siendo  replicado prontamente por una mujer: "¡Viva la República, que también es de las mujeres!" Mientras que en las bancadas de la CEDA, que había apoyado, paradójicamente ese derecho, que luego prohibirían durante cuarenta años sus correligionarios, estaban contentos, convencidos de que como se temían los diputados de la izquierda, las mujeres votarían lo que les dijesen los clérigos, o como socarronamente dijo el Conde de Romanones : “Las mujeres van a seguir siendo tan buenas las pobrecitas que seguirán votando a los hombres”

Este logro del sufragio femenino permitió un tímido  acceso de las españolas a las administraciones e instituciones de la República.  Siendo necesario por primera vez la necesidad de pensar en ellas para captar su voto.   Desgraciadamente la alegría de Campoamor y de quienes apoyaban el sufragio femenino tenía fecha de caducidad, y tras las elecciones  del 16 de febrero de 1936 en toda España y el 3 de mayo en Cuenca y Granada, donde se repitieron las elecciones que dieron, con el voto femenino, la victoria al Frente Popular, en España ya no pudieron ejercer ese derecho, aunque tampoco los hombres.

La República llegará más pronto que tarde, pero será y debe ser con la mujer portando su bandera, mirando al frente pero recordando a aquellas mujeres que defendieron con la palabra y con las armas la vigencia del sistema más democrático que jamás ha existido en este país.  Donde mujeres y hombres podamos gritar, no:"¡Viva la República de las mujeres!” o "¡Viva la República, que también es de las mujeres!”, porque con gritar “¡Viva la República!” quedará claro que es de todos.

¡Viva la República!

Paco Arenas



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