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Sobre PODEMOS y los pactos

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"El Estado Español vive sin duda una época de cambios, pero aún es pronto para determinar si se transformará en un cambio" Katu Arkonada

Después de analizar los resultados de las pasadas Elecciones Autonómicas y Municipales, la presencia de PODEMOS en multitud de instancias institucionales, tanto Ayuntamientos como Comunidades Autónomas, abre la posibilidad de llegar a acuerdos o pactos con el resto de las formaciones políticas, para poder forzar no sólo la proclamación de Alcaldes/Alcaldesas y Presidentes/Presidentas de Comunidades y Municipios, sino el desarrollo de programas y propuestas de izquierdas en dichos ámbitos.

No obstante, antes de tomar la política de pactos a la ligera, debemos reflexionar ampliamente sobre ella, para no caer en errores del pasado (ocurridos a otras fuerzas políticas) o reproducir conductas que puedan ocasionar erosiones, desgastes o pérdidas de credibilidad de la formación morada. 






Pero vayamos por partes. La realidad es que PODEMOS consigue un resultado excepcional, que marca su progresión continua, aunque quizá no tan rápida como desearíamos. Su participación directa o indirecta (en confluencia con otras fuerzas y movimientos sociales) hace que se consolide como tercera fuerza política a nivel de todo el Estado (aunque aún existen territorios donde no obtienen representación), serán la llave para el gobierno en multitud de CC.AA., se sitúan en una excelente posición de cara a las Elecciones Generales de finales de año (Armando B. Ginés hace un cálculo extrapolado en este artículo), y su apoyo mediante las candidaturas de unidad popular han sido determinantes para propiciar el triunfo sobre las dos plazas fundamentales, como son Madrid (Manuela Carmena), y Barcelona (Ada Colau). Y todo ello, aún con los frenos de una tremenda campaña de intoxicación mediática en su contra, y algunos errores internos, propios del despliegue de cualquier otra organización. Este resultado abre, como decimos, la posibilidad de pactos, incluso la necesidad de entenderse en un montón de plazas. Pero dichos acuerdos de "gobernabilidad" no deben consistir en ningún caso en simples intercambios de cargos o sillones, sino en pactos en torno a la negociación de un proyecto (o a parte de él). En otras palabras, se deben negociar propuestas en vez de repartos del poder. 

Si examinamos los diversos escenarios de pacto, en los diferentes ámbitos geográficos e institucionales donde son posibles, enseguida el actor político que aparece en primer lugar es el PSOE. Pero, ¿vamos a dejarnos "querer" tan rápidamente por aquéllos a los que llevamos llamando "casta" desde que PODEMOS se forjó como opción política? ¿Vamos a pactar tan rápidamente con aquéllos que hasta hace dos días nos llamaban "populistas", y no se atrevían ni a mencionar nuestro nombre? Preguntado después de la jornada electoral del 24 de mayo sobre los pactos con PODEMOS, el Secretario de Organización del PSOE, César Luena, ha tenido la desfachatez de afimar que la formación de Pablo Iglesias ya no es populista, porque ya está presente en las Instituciones. Con afirmaciones como ésta, delatan la poca consistencia que ofrecen, y la gran desconfianza que inspiran. Recordemos que el PSOE actual representa, mediante renovadas generaciones de dirigentes políticos, al mismo PSOE de los recortes sociales, de las reformas fiscales regresivas, de los ERE fraudulentos de Andalucía, de la reforma del artículo 135 de la Constitución en acuerdo con el PP, de la concesión de poder a la Iglesia Católica, de las reformas laborales, del recorte de las pensiones, de la Ley "Antiyihadista" en acuerdo con el PP, del apoyo al fracking o al TTIP, o de las reformas neoliberales de Zapatero, entre otras muchas fechorías.

La opinión de José López al respecto es la siguiente:"Está claro también que no puede darse un cheque en blanco al PSOE. No olvidemos que dicho partido ha gobernado durante muchos años, y es, junto al PP, el principal responsable de la situación desastrosa actual en nuestro país. Ya hemos comprobado el precio que pagan los partidos minoritarios que sirven de muleta al PSOE. Veáse el caso de IU. Así pues, tenemos el peligro de que, por un lado, si PODEMOS no pacta la situación permanezca igual y se muestre como un partido poco responsable ante la ciudadanía (y ésta necesita un cambio de rumbo urgente), y por otro lado, si pacta puede verse perjudicado en el futuro de cara a las elecciones generales pues el electorado puede volver a caer en la trampa del voto útil al PSOE si éste consigue mostrarse como la fuerza hegemónica de la izquierda. El tema es complicado porque dependiendo de lo que se haga y de cómo se haga puede salir el tiro por la culata".

Por su parte, Jesús Sánchez Rodríguez afirma lo siguiente:"Pero el PSOE es parte del problema para la izquierda, no de la solución. Y no porque sea parte de la casta (...), sino porque (...) es parte del establishment: la pertenencia a la OTAN, la aceptación de Maastricht, la reconversión industrial, el giro neoliberal de Zapatero, las huelgas generales de los sindicatos, el comportamiento de la socialdemocracia europea, han demostrado durante toda una época dónde está situado el PSOE. Sería toda una ironía que PODEMOS después de haber rechazado firmemente la alianza con IU ahora pactase con el PSOE". Está claro, por tanto, que la situación requiere firmeza y valentía, pero extrema prudencia, estando dispuesto a hablar en base a propuestas concretas, exigiendo al partido de Pedro Sánchez que efectúe un giro de 180 grados sobre sus anteriores políticas, y dejando claro que únicamente son alianzas para impedir que el poder continúe siendo gestionado por el PP.

No debemos caer por tanto en la ilusión desmedida que nos lleve a una realidad más perjudicial a largo plazo. La euforia de haber conseguido buenos resultados electorales no debe hacernos perder el norte, ni desviarnos de nuestro horizonte principal, que es provocar un cambio político radical en nuestro país. En ese sentido, tenemos experiencias recientes de otras fuerzas políticas, como Izquierda Unida, concretamente en Andalucía, que quisieron poner por delante sus ansias de poder antes que su fidelidad a un ideario y a unos votantes, que no querían que su formación política entrara a formar parte de un Gobierno de coalición con el PSOE andaluz. El planteamiento más correcto, por tanto, creo que debe centrarse en plantear, con aquéllas fuerzas donde sea posible, una especie de memorando de entendimiento inicial, con unas medidas parciales pero concretas, mediante las cuales las otras fuerzas políticas se comprometan a cambiar radicalmente los objetivos y prácticas llevadas a cabo hasta ahora, garantizando los derechos humanos, abandonando la austeridad y los recortes, potenciando el sector público, desmontando la corrupción, y reactivando las políticas sociales. Sólo desde esta óptica será posible otorgar la confianza a terceras fuerzas políticas, para que puedan gobernar (léase PSOE), sin comprometer nuestro ideario, sin mancharnos ni contaminarnos, y sin perder ni pizca de la credibilidad y de la frescura actual de PODEMOS.


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