Un poquito de vergüenza, ¿no te da?
A mí me encanta pitar ante esa Marcha Real a la que llaman himno nacional. Además es un derecho, por supuesto, no es más que libertad de expresion y una afirmación política por completo legítima. En Estados Unidos, que no es chavista ni castrista (según parece), como todo el mundo sabe, quemar la bandera de Estados Unidos es un derecho protegido por la Constitución. Nunca voy al fútbol, pero si es para abuchear al rey Felipe o para mofarse de ese himno nacional que sólo es monárquico y franquista (el nacional es el de Riego) y faltar al respeto a las instituciones, pues igual hasta me aficiono.
Lo que no se debe admitir es el derecho a llamarse a agravio. A mí no me agrada que abucheen a Paco Ibáñez, por ejemplo, pero me aguantaría si alguien lo hiciera, porque está en su derecho e incluso, como suele decirse en los bares, en su perfecto derecho. Que se aguante el rey, que para eso se le paga (y no poco, teniendo en cuenta que es un empleo heredado y no ha pasado ni una sola prueba de selección de personal, ni siquiera un simple test de inteligencia o un examen de cultura general). Que sepa que hay personas (creo que bastantes) que no se creen el cuento de la monarquía y que no sienten por ella el menor respeto. ¿Por qué íbamos a sentirlo? Nadie está obligado a respetar a un rey o a un himno, ni siquiera aunque lo hubiera compuesto José Alfredo Jiménez.
¿Falta de respeto? Eso siempre lo dicen los mismos. Nunca les he oído decir que el palacio del rey es una intolerable falta de respeto a los que viven en la calle porque el banco ha ordenado su desahucio. Como decía Montaigne, hay que respetar a las personas, pero no hay por qué respetar sus opiniones o sus ideas (no digamos ya sus símbolos). Mucho menos las instituciones. Ni que fuéramos paleolíticos ante un tótem. Por poner un ejemplo extremo, le debemos respeto a la persona llamada Esperanza Aguirre, pero ¿también a sus opiniones? Ni el más mínimo: sólo son sandeces. Aún así, como también diría Montaigne, por mucho que me repugne lo que diga, defenderé siempre su derecho a decirlo. Como defiendo a quienes pitan ante el rey o ante su Marcha Real, aunque me dé pereza unirme a ellos porque no concibo nada más aburrido que un partido de fútbol.
Nada más saludable que faltarle al respeto a la Corona, a la Patria, al Himno, a la Virgen del Pilar e incluso a la Santina y a Cervantes. Hasta ahí podiamos llegar. Me he sentido en plena dictadura oyendo a los meapilas que se dicen democráticos escandalizarse porque la gente manifieste su rechazo al rey, a la patria o al himno. Faltaría más que no pudiéramos manifestar nuestra opinión. ¿Es que estamos de vuelta a la Edad Media? ¿Vamos a mandar a la hoguera a los que se rían de la Corona, a los que no les guste la fabada o la paella o a quien no baile sevillanas? Al que se ría del tótem de la tribu ¿le vamos a fusilar?
No soy monárquico y creo firmemente en el derecho a abuchear al rey. Como en el derecho a abuchear a los Tres Tenores, a Shakira o a mí. Como creo en el derecho a burlarse del himno nacional. Es más, creo que es muy sano y un signo de progreso perderle el respeto a lo más sagrado. Lo que parece medieval y cerril es la reacción de los tertulianos y politicos ante una opinión de parte los ciudadanos.
Mi pregunta, Felipe, rey, (y que conste que sólo te tuteo porque tú siempre me tuteas a mí, no me explicó por qué, como si yo fuera tu mayordomo) es la siguiente: ¿no te da vergüenza que para protegerte se secuestren revistas y se penalicen abucheos? ¿De verdad que no? ¿No te sientes un poco o muy ridículo cuando retiran de los kioscos una publicación por una caricatura tuya, como si fueras Mahoma, o cuando tus cortesanos lameculos se escandalizan porque abuchean tu himno?
Como solia decir Machado: los señoritos invocan a la patria y la venden en cuanto les dan dos pesetas a cambio; el pueblo ni la nombra, pero la compra con su sangre. Las mismas personas que se rasgan las vestiduras cuando los demás se expresan son los que acaban de vender a los americanos la base de Morón sin debate parlamentario, sin que esos tertulianos servilones se dieran por enterados, sin que nadie dijera una palabra. Ni siquiera tú, que se supone trabajas de símbolo de la patria o algo así. Qué falta de respeto, pero eso a nadie escandaliza. ¿Alguien se acuerda de cuando Solana, que bombardeó Yugoslavia tan campante (y también hay que recordarlo, sin mandato ninguno de la ONU), gritaba ¡Otan No, Bases Fuera!?
Pero claro, estamos hablando de gente que todo lo que sabe de Machado es lo que le ha oído decir a Alfonso Guerra o José María Aznar.
Vaya par de dos. Así nos va.
Rafael Reig | eldiario.es