Primero dijo Pedro Sánchez: juro por dios que nunca pactaremos con Podemos y Susana Díaz secundó a su Secretario General en esta declaración de principios inmutables.
Pero luego dijo, Sánchez, hablaremos con todo el mundo y trataremos de llegar a acuerdos, pactos, en cada lugar con quien sea. Y Susana se cabreó con Podemos y con Ciudadanos porque no comprendía que no la dejaran gobernar a ella. Ella que era la lista más votada, a pesar de lo cual, como no había ganado por mayoría absoluta, sólo podría gobernar, si pactaba.
Pero luego dijo, Sánchez, traicionando, como Judas, a Susana por tercera vez, que al Partido Popular, ni agua. Y Susana, impotente para llegar a acuerdos con Ciudadanos y Podemos, se arrojó en brazos del Partido Popular, negando, como Judas a Jesús, a Sánchez porque no quería dejarla gobernar con el P.P. Total, es una cuestión de reparto de poderes. Yo te doy alcaldías si tú me das Andalucía. La vieja política o la ambición política se imponían sobre cualquier estrategia global del PSOE. Que deambula derrotado sin haber dado aún la batalla final.
Pero luego Sánchez, pretendiendo dar un giro a la izquierda para liderar lo que nunca antes habían liderado, los cientos de miles que votaron a Podemos y a Ciudadanos, dijo que él daría ese giro para dirigir a todos bajo su dirección. Acababa de hacerse lo que había rechazado en Podemos, populista. Y estaba dispuesto a hacerse populista para vaciar de contenido a Podemos. Pero despertó Felipe González de su residencia ancestral y levantándose, como Jesús de la sepultura, dijo: de giros a la izquierda ni uno. Somos radicalmente reformistas nunca seremos rupturistas. Hasta aquí podíamos llegar, gritó.
Y en éstas estábamos cuando, entretenido en presidir las procesiones toledanas, el socialista Page aparece en una escena del auto sacramental gritando, cual Segismundo: No hay problema. Mi programa y el de Podemos son como dos gotas de agua. No hay nada que negociar porque coincidimos en todo. Eso sí, sólo negociaremos mi sueldo. Si no fuera porque Valle Inclán ya lo había creado, hubiera parecido que Page acababa de inventar el esperpento. Esto empieza a parecerse al Hotel de los líos.
Y entonces Pedro Sánchez, sacudiéndose las sandalias como los apóstoles cuando no eran aceptados en una casa, rectificó. Ya he perdido la cuenta no sé si son cuatro o cinco rectificaciones. Una cada día. Más hizo Esperanza que rectificó una cosa, de otra de otra a la velocidad de la luz. Y sigue sin que se le iluminen las ideas. Pero Sánchez rectificó y dijo: nosotros no giramos que giren ellos. O sea, si se atreven, que vengan a nosotros. Y acto seguido, dejó su despacho, salió a la calle y corrió a reunirse, donde le dijeran, tanto Ciudadanos como Podemos. Corrió, desesperadamente en su búsqueda. ¿Le queda mucho tiempo a Sánchez? Y Susana ¿desmontará la estructura canovista de subvenciones a cambio de favores? Entonces, habrá calculado cuantos miles de andaluces dejarán de votarla?
En definitiva, parece ser que empiezan a aceptar las leyes de la correlación de fuerzas que no las impone el más votado sino el que menos necesita instaurarse en el Poder, porque aún esperan conquistarlo desde la periferia del mismo. No gobernará quien quiera sino quien pueda. Y de momento sólo se podrá gobernar con apoyos de Ciudadanos y de Podemos. O con alianzas entre PP y PSOE, que sería el mejor escenario que se podría crear para, en los próximos meses y como anticipación del resultado electoral de las legislativas, la oposición de Podemos al PSOE y de Ciudadanos al PP se consolide y desequilibre en su propio beneficio. El de estos partidos emergentes.
Cuál es la debilidad del PP y la del PSOE, que estos partidos son institucionales. Ya son Poder. Y por lo tanto “necesitan” sí o sí, llegar a acuerdos para mantenerse en el Poder, en sus instituciones. Fueran de ellas son como pez fuera del agua. Se asfixian. Quien tiene más necesidad de sobrevivir es quien necesita pactar. A cualquier precio. Los valores son como cromos y los cambiarán en función de las fuerzas con las que puedan pactar.
Y cuál es la fuerza de Podemos y Ciudadanos, que no están integrados en las instituciones. Están acampados a las afueras, en la periferia del Estado, aguardando su momento. Ellos son los que están acampados. No tienen prisa. Si se precipitarán caerían en la trampa de sus contrarios. Y atrapados en sus fauces serían ellos quienes perecerían. Además, tienen principios inmutables. Esta es su gran ventaja y la única moneda que tienen para comunicarse con los ciudadanos para que no sean desencantados por sus pactos. Esos principios son la única guía de sus relaciones con las demás fuerzas políticas. Mientras no los pierdan de vista no tienen nada que perder. Y mucho que ganar.
Total que en esta guerra de estrategias, en las que unos permanecen tranquilamente atrincherados, observando los movimientos precipitados de sus contrarios ofreciendo a unos unas cosas, la Izquierda, y a otros, Podemos, la contraria, podría ocurrir, con tanto correr, que no se llegara a ninguna parte por parte del PSOE ni con Podemos ni con Ciudadanos y del PP con Ciudadanos. Podrían, sin embargo, sin necesidad de pactar con nadie dejar gobernar a quien más les convenga, manteniéndose a la expectativa y en una posición crítica.
Entonces, ¿Cuál sería el panorama político hasta las legislativas?, que nadie llegara a ningún acuerdo. Excepto, tal vez en Andalucía entre PSOE y PP y algún otro acuerdo de las mismas características. O entre otras fuerzas políticas emergentes o periféricas. Pero nunca irían más allá. Tal vez esta sería la mejor estrategia para Podemos y Ciudadanos: no llegar a ningún tipo de acuerdos, manteniéndose atrincherados, hasta después de las legislativas.
Porque esta situación de inestabilidad geopolítica engendraría una inestabilidad en el centro de la política: todo el Estado, del que sólo sacarían beneficio Podemos y Ciudadanos. Es una paradoja, pero si PP/PSOE llegan a acuerdos en Andalucía ganan, de cara al inmediato futuro, los dos emergentes. Y si no se llega a ningún acuerdo con PSOE/PP, durante los próximos meses la inestabilidad política engendrará inestabilidad social, beneficiando a Podemos y Ciudadanos. Cosas de la estrategia y de la guerra de movimientos que, gramscianamente, le gusta citar a Iglesias.
Javier Fisac Seco