Con “El impostor” (Ramdom House 2014), Javier Cercas sigue metiéndose en jardines. Esta vez le toca de nuevo, como en “Soldados de Salamina”, a la memoria histórica. Se trata de desenmascarar a Enric Marco, falso superviviente de un campo de concentración nazi, quien a los cincuenta años, harto de la monotonía de su vida, decide construirse un pasado heroico.
Recuerdo algo del caso, que saltó a los medios de comunicación hace ya nueve años largos. Impostor y mentiroso como él solo, Marco decide luchar contra gigantes y molinos. En la Transición, sin haber movido un dedo en la lucha antifranquista, es elegido secretario general de la CNT, para reconstruirla en el interior, enfrentándose a los santones dogmáticos del exilio, como la mismísima Federica Montseny.
Luego llega la hora de la verdad, de la gran fábula: se crea un pasado como deportado a un campo nazi, va por colegios dando charlas y llega a ser elegido presidente de la Amical Matthausen. Pero un historiador marginal lo desenmascara. Parece el fin de la historia. Cercas no pone en entredicho la memoria histórica, no condena la controvertida ley de Zapatero. Lo que hace es presentar a Enric Marco como un embustero. Tampoco lo juzga, aunque, tras tantos encuentros y horas de entrevista, le ha cogido cariño. Con buena prosa, influenciada por Jorge Semprún, Cercas escribe a la manera del nuevo periodismo un libro que se lee con facilidad y atrapa.
Todos somos supervivientes al tiempo que impostores. La vida es impostura y sobrevivir siempre ha sido un milagro. Enric Marco debe andar ahora por los 93,. por lo que no mintió tanto al decir que era un superviviente. Sí, de la vida, de los azares tramposos con los que ésta te acorrala. Sólo que no vivió el infierno de un campo nazi, el Stalag del Mal Absoluto. La memoria también es muy tramposa y es incómoda, por lo que no me extraña que no haya llegado a ninguna parte en este mentiroso y envidioso país la memoria histórica.
El escritor catalán le llega a tomar simpatía a Enric Marco, pero eso es muy normal cuando se escribe sobre alguien, máxime si a ese alguien lo has entrevistado, ha llegado a formar parte de tu día a día. Lo digo yo, que también soy un impostor, un superviviente y un fabulador.
Antonio Jorge Meroño