Según las últimas encuestas el Partido Popular perdería 80 escaños en las próximas generales, lo que significa el 43% de los que hoy tiene. Ni más ni menos que ochenta diputados del PP dejarán de cobrar del Congreso y tendrán que buscarse la vida. Adiós a dietas, teléfonos, taxis, billetes de avión y AVE gratis total y adiós al aforamiento.
Regresarán a sus antiguas ocupaciones, si es que algún día las tuvieron, los más a sus antiguos puestos en la administración pública, los menos disfrutarán de la nómina del partido como asesores de lo que sea, o refundarán sus despachos profesionales bajo el incentivo de sus bien nutridas agendas de contactos.
Ochenta escaños perdidos que a buen seguro podrán en muy grave peligro el seguir ocupando asiento en ese banco azul, al que llegaron mintiendo a todos los españoles hace ya casi cuatro años. Una estrategia, la mentira, que repetirán en sus próximas campañas dado el buen resultado obtenido en 2011. De todas formas no pueden hacer otra cosa, tal y como está el panorama si no siguen mintiendo solo pueden optar por disolver el partido, disolución que no se les pasa por la cabeza ni en sus peores pesadillas. A mentir pues.
Si a los 80 escaños perdidos en el Congreso sumamos los que perderán en el Senado, los concejales y los alcaldes, Secretarios de Estado, Subsecretarios, Delegados del Gobierno, altos cargos, etc.. y la cifra mucho mayor que representan los asesores nombrados a dedo, el resultado de la suma estará quitando el sueño a todos los secuaces de Rajoy, y muchos de ellos, todos, se estarán planteando la posibilidad de que Mariano se vuelva a Santa Pola, celebre conferencias y escriba uno o dos libros entre cada consejo de administración de alguna multinacional del sector energético. Seguro que se lo están planteando, lo malo es que no saben a quien poner en el puesto de Rajoy, y llevados por la desesperación lo mismo le hacen la ola a Aznar. Rajoy, que es un mentiroso pero no es tonto, conocedor de esta posibilidad ya ha puesto los medios para que Aznar se quede donde está, ha puesto a Rato al pie de los caballos y con él, de perfecta carambola, a su mentor, a Aznar, que por muchas ganas que le ponga al asunto se verá muy perjudicado por el peso de su relación con Rato y quién sabe si hasta llamado a declarar por algún juzgado. Aznar debe saber muchas cosas sobre Rato, de ahí que no le propusiera, nombrara, como su sucesor y eligiera a Rajoy, un perdedor nato, pero que hasta a Aznar engañó.
Si los del PP están que no duermen, Albert Rivera y Santiago Abascal se frotan las manos, y ya han encargado una tirada masiva de carnets de sus respectivos partidos para repartirlos entre los que no se quieran apuntar al naufragio electoral del Partido Popular en las próximas generales. Una derrota electoral, la del PP, que puede llegar a ser un finiquito si se hace pública la lista de los 705 investigados a raíz de la amnistía fiscal de Montoro, de la que solo conocemos el nombre de uno de ellos, el de Rodrigo Rato y en la que podrían estar muchos de los ya incluidos en las listas electorales de las autonómicas y municipales. Una lista que nunca conoceremos mientras siga gobernando el PP, a no ser que en el Ministerio de Hacienda aparezca algún Falciani a la española, aparición que no debemos descartar.
Después de las Municipales y Autonómicas, si los resultados se aproximan a los que vaticinan las encuestas, es muy probable que presenciemos dos hitos, uno el relevo de Rajoy, otro la materialización de la ya anunciada gran coalición entre PP y PSOE, al tiempo.
Benito Sacaluga