El 11 de abril de 1945, las tropas americanas del general George S. Patton liberaron el campo de concentración de Buchenwald donde murieron 56 mil prisioneros entre presos políticos, "asociales", soviéticos, gitanos y 11 mil judíos.
El sobreviviente de Buchenwald Henry Oster recuerda que cuando otro de los presos le dijo hace 70 años, el día en que terminó la larga penuria de los 21.000 prisioneros sobrevivientes, que el campo de concentración estaba siendo liberado creyó que su compañero había "perdido su sentido de la realidad".
Oster, de 86 años, visitó el lugar, cerca de la ciudad alemana de Weimar, por primera vez desde su liberación el 11 de abril de 1945, en un viaje con un grupo de sobrevivientes y veteranos que acudieron a celebrar el aniversario. El de Buchenwald fue el primer gran campo de concentración al que llegaron las tropas estadounidenses al final de la II Guerra Mundial.
"Lo que veo aquí, donde solían estar los barracones, en cada barracón había una pila de cadáveres, eso está en la memoria de uno para siempre", dijo Oster. "Cuando alguien pregunta cómo era Buchenwald, de inmediato uno vuelve a ver los cadáveres".
Oster, un alemán judío nacido en Colonia, fue trasladado al gueto de Lodz en la Polonia ocupada en 1941, y después al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Su padre murió de hambre y su madre fue gaseada el día en que llegaron a Auschwitz, dijo.
En enero de 1945, Oster fue enviado a una "marcha de la muerte" hasta Buchenwald, cuando los nazis obligaron a los presos a avanzar hacia el oeste ante el avance de las fuerzas soviéticas.
Oster recordó ese momento cuando volvió a entrar en el antiguo campo, a través de la puerta de hierro con las palabras "Jedem das Seine" ("A cada uno lo suyo") y con el reloj marcando las 3:15, la hora de la liberación.
Estaba previsto guardar un minuto de silencio a esa hora el sábado. "No teníamos ni idea de que los aliados estuvieran en Europa, y oímos ruidos como a las tres y cuarto, miramos por la ventana –lo que requirió mucho esfuerzo– y uno de mis amigos dijo con voz débil 'creo que nos están liberando''', dijo Oster. "Y pensamos que había perdido el sentido de la realidad como tanta gente allí". Oster fue trasladado a un orfanato en Francia y emigró a Estados Unidos en 1946. Ahora vive en California.
LOS LIBERADORES
Buchenwald también dejó una marca indeleble en sus liberadores.
James Anderson, de 91 años y procedente de Indianapolis, entró ese día como médico militar y recuerda que muchos prisioneros estaban tan débiles que ya no podían moverse.
"La devastación era tan tremenda", dijo Anderson, con voz temblorosa. "Yo era un niño, y ver eso fue duro, creer que eso estaba ocurriendo de verdad, ya sabe, y los prisioneros estaban tan contentos de vernos, nos abrazaban y todo".
Robert Harmon, entonces soldado en el tercer ejército del general George S. Patton, vio por primera vez a los sobrevivientes unos pocos días después de la liberación.
"Llevaban estas ropas delgadas de pijama, tenían comida terrible, puede imaginarse, y por supuesto los hombres no se habían afeitado en siglos, y simplemente tenían un aspecto terrible", recordó Harmon, de Seattle, que el domingo cumple 90.
"Estaban psicológicamente aturdidos, sentían tanto miedo de la autoridad que tenían mucho cuidado al hablar con nosotros, pero tenían tanta hambre que se atrevían, y eso era un enorme acto de valor, creo, que nos hablaran", dijo.
Patton se vio tan repugnado por lo que encontró en Buchenwald que ordenó a los residentes de la vecina Weimar que caminaran los escasos kilómetros de distancia colina arriba para que vieran lo que estaba ocurriendo tan cerca.
Una placa recuerda a 500 españoles
Una placa recuerda a los cerca de 500 españoles –principalmente exiliados republicanos– deportados a este antiguo campo de concentración creado por los nazis en 1937. En la placa puede leerse: "En honor y memoria de los republicanos españoles deportados al campo de concentración de Buchenwald"
Como se sabe, el dictador español Francisco Franco fue aliado de Adolfo Hitler. Muchos españoles republicanos exiliados se unieron a las guerrillas antifascistas europeas en su lucha contra el nazismo.
Según el centro conmemorativo de Buchenwald, entre 1941 y 1945, alrededor de 500 presos españoles, la mayoría del bando republicano, y entre ellos cinco mujeres, estuvieron recluidos en este campo de concentración, en el que murieron al menos 39.
También fueron internados en este campo ciudadanos de otros nueve países que lucharon del lado republicano en la Guerra Civil española.
Dorothee Thiesing | Associated Press
Fuente: www.larepublica.pe