La opacidad sigue siendo el atributo más importante que apalanca al Jefe del Estado en su sillón real. En un momento donde la transparencia es más importante que nunca y las medidas para evitar casos de corrupción se imponen en otras instituciones del Estado, la Casa Real a lo suyo, que es la opacidad y la impunidad.
Felipe VI |
Nadie ha controlado, ni controlará –salvo que alguien lo haga cambiar, veremos dónde están estos partidos nuevos que tanto hablan de transparencia y si hacen algo al respecto-las cuentas del rey.
Si de poco sirve el Tribunal de Cuentas puesto que actúa tarde y mal, resulta que además, ateniéndose a los privilegios que la Constitución da a la corona, ya ha confirmado que no va a controlar ninguna cuenta real.
Independientemente de los preceptos constitucionales, bastaría que Felipe VI tuviera sensibilidad y decidiera hacer públicas sus cuentas, porque la Carta Magna no prohíbe que se actúe de forma transparente, sino que le protege si no lo hace. O sea que la responsabilidad del rey es máxima y no valen cuentos ni historias, puesto que lo que ocurre es que se está protegiendo la impunidad real.
Viven en una burbuja especial, donde nadie les contamina, donde la gente es una especie extraña, donde todos los que les rodean les ensalzar y pelotean. La gente es otra historia, algo ajeno. La crisis es para el común de los mortales, así como la transparencia. Los dioses no necesitan de controles terrenales, no tienen que responder de sus actos. Así, así deben pensar. Si no, con la que está cayendo, actuarían de otra forma, permitirían que se controlara su patrimonio, sus ingresos y sus gastos, su agenda real.
Hace falta recordar –lo saben muy bien, pero no hacen ni caso— que la monarquía con más prestigio de Europa, la británica, es totalmente transparente. Tanto que se podría ver, entrando en su web, lo que gasta, cómo y en qué. Está detallada al límite, así es que podríamos llegar al extremo y conocer cuánto gastan en papel higiénico.
En España, salvo cifras aleatorias que el rey asigna como sueldo, a los otros miembros de la realeza, no sabemos nada. ¿Es ésta una monarquía moderna, como muchos dicen? ¿Es acaso ejemplar, esconder lo que hacen con el dinero público? ¿Por qué, a pesar del cambio de rey, sigue siendo la Casa Real española la más opaca de Europa?
A mi modo de ver, la cosa está clara. Quieren campar por sus lares, seguir evitando cualquier tipo de críticas en sus cuentas y sobre todo, no quieren que se vea que la mayoría de los gastos reales están fuera del presupuesto de la Casa Real, están distribuidos en presupuestos de otros ministerios, como el de Defensa, el de Interior, el de Presidencia, etc. Y eso nos haría conocer exactamente los verdaderos gastos que originan esta familia parásita. Mucho más de lo que nos cuentan. Mientras que eso no ocurra, aquí paz y allí gloria, nos quedamos in albis.
Lo que no saben, aunque deberían suponerlo, es que el pueblo está harto de la falta de transparencia, de que su dinero se gaste sin justificación, de que la fortuna, por ejemplo, del rey anterior, Juan Carlos, se multiplicó mucho más de lo que podría haber conseguido con su presupuesto real. Y eso, no estamos dispuestos a que continúe.
Queremos saber en qué gasta Felipe VI, el jefe del Estado, nuestro dinero. Y no valen excusas, salvo que se quiera esconder algo o se crea que la Monarquía es por naturaleza impune o por las dos cosas
Francamente, no sé en qué se gastan el dinero. Basta que entren en la Agenda de la Casa Real y vean que, por ejemplo, en el próximo mes, no tienen previstos ningún acto, ningún discurso, ningún viaje, ninguna audiencia. Y resulta que hubo quién se creyó que cuando se hiciera pública la Agenda Real iba a haber más transparencia.
La verdad es que ya sé que en la Casa Real no trabajan mucho, pero da la impresión de que además –según se puede ver en su agenda— lo poco que hacen no lo anuncian, lo que dice mucho en su favor. Dice mucho en lo que creen: en la opacidad y en la impunidad. Y esto con un rey nuevo, del que decían que era mucho más moderno y transparente que su padre. ¡Menos mal!
La Monarquía en pleno siglo XXI es algo irracional y arcaico, pero si encima esconde lo que hace y los dineros públicos que gasta, además, es una desvergüenza y un ente extraño que debería desaparecer. Una República garantiza al menos que el jefe del Estado pase por el filtro de unas elecciones, que ya está bien la bromita de la sangre azul.
Salud y República
Rafael García Almazán
Fuente: Kabila