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Esperanza Aguirre que estás en los cielos

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¿Será Esperanza una mujer bíblica? ¿Estará en los cielos la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones? ¿Serán los cielos un paraíso fiscal para la derecha y los banqueros? ¿Por qué a los cielos sólo suben los ricos, marquesas y financieros? ¿Acaso dios no será el Padrino de todos ellos? Aguirre se irrita. Siempre se encuentra en estado de tensa irritación, estirada y rígida, a imitación de su iracundo dios. No porque haya perdido la esperanza de subir a los cielos sino porque no soporta la idea de compartirlos con los de “Podemos”. De ellos, dicen que ha dicho, que “quien promete el Cielo- el suyo debe ser- suele traer el Infierno a los demás”.

Curiosa frase. Pero ¿no es la Iglesia la que se ha construido sobre la gran mentira de que sus fieles irán al Cielo? ¿Acaso no es la Iglesia la que se ha convertido en necesaria porque promete el Cielo a los pobres para cuando se mueran? ¿Acaso no ha hecho un gran negocio de una gran farsa? Lo que debería admirarnos es que no estén o en el manicomio, por locos, o en la cárcel, por farsantes y por defraudar las esperanzas de los pobres. Si los pobres pudieran subir al Cielo, ¿a dónde irían Esperanza, los financieros y los cardenales? Al Infierno, dijo el Dante. Y allí los metió.

Esperanza, está claro que es una mujer bíblica, porque hace más de 150 años fue profetizado su renacimiento salvador por uno de los pensadores del tradicionalismo español, que es como decir lo más reaccionario, de lo más reaccionario, de lo más reaccionario…y todavía más…y así durante toda la eternidad. Don Francisco Navarro Villoslada, prohombre, en proceso de santificación, eunuco por convicción y servicio a dios, defensor apasionado del celibato, de la teología escolástica y furibundo propagandista antirrepublicano, antianarquista y antisocialista, fundador del muy reaccionario periódico católico “El Pensamiento español”, siglo XIX, un día, leyendo la Biblia y bajo confesión, tuvo una revolcón con dios, de cuya gestación salió el anuncio del advenimiento salvador de Esperanza Aguirre.

¡Es la mujer que se necesita!, profetizó, aunque yo sea un machista, antifeminista y homófobo. O precisamente por ello. Y, golpeándose el pecho, por carecer de atributos, expiró. España necesita, dejó como última voluntad, una mujer que sea hija de las entrañas de la Patria carlista, una, católica, apostólica, romana, grande y libre: de marxistas, de anarquistas, de republicanos, de liberales, de hedonistas, progresistas y librepensadores. Una mujer que tenga los sentimientos hidalgos, religiosos y generosos del pueblo español- resignación, miseria, mortificación, fanatismo y sumisión-, que bese la mano al cura de turno y los áureos pies al papa cuando visite Madrid. Su feudo imperial.

Una mujer que diga al padre de familia: tú eres el rey de la casa; y al municipio, tú me adorarás, porque yo soy la reina; vengan aquí las clases todas de que se compone mi pueblo; venga el clero, venga la nobleza, venga la milicia y que vengan, también, los pobres a contarme sus penas y sus desdichas. Yo los consolaré con la bienaventuranza, “bienaventurados los pobres” porque son pobres y mientras lo sean. Esa es su salvación y su valor. Ser pobres.

Yo a la Iglesia le daré la libertad y protegeré su independencia; renunciaré a mis privilegios a favor de la Iglesia, de quien los he recibido; yo financiaré a la Iglesia mediante recursos presupuestarios y la transferencia de la propiedad pública y social de hospitales y centros educativos a propiedad privada y enfeudada de la Iglesia, para mayor gloria de dios, del papa y del cardenal de turno; yo dejaré en libertad a toda comunidad religiosa para tomar posesión de los centros educativos para que adoctrinen a los niños, en las aulas de niños, y a las niñas, en las antípodas, y los formen e instruyan como cruzados y cruzadas contra los Derechos Humanos, las libertades, el placer sexual, venga de donde vega y por donde venga, y contra el aborto, siempre que sean pobres, como dijo Malthus, porque los ricos pueden ir a abortar a Londres. No a París, de donde vienen los niños y los placeres.

Yo daré protección a la propiedad privada de los ricos y al capital financiero. Los enriqueceré privatizando la propiedad social y pública de los pobres. Y a los pobres daré orden, mucho orden, mucha policía, mucho bozal, mucha religión, mucha doctrina, mucha ignorancia, pan, fútbol y muchas procesiones. Pronunciada esta prodigiosa profecía sobre Esperanza Aguirre de Jesús, acto seguido, Villoslada se murió. 

Y 150 años después, Esperanza fue elevada a los cielos. Y allí, entre los 400 metros cuadrados de vivienda que el cardenal Rouco, a pesar de tener voto de pobreza, posee en Princesa, cohabitan en armoniosa alianza entre el Altar, el mismo Rouco, y el Trono, mismamente ella. Y fueron felices, durante tres milenios, como el III Reich,… derrotados, pero en castidad perpetua. ¡Viva Trento! ¡Viva el Opus dei!, emperador de España y V de Alemania y sus posesiones. La España rancia y troglodita de la Cruz y el neoliberalismo, había triunfado. Y colorín, colorado.

Javier Fisac Seco

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