Cada vez que habla Juan Rosell la clase obrera se echa a temblar. El asunto es muy grave e inmundo, porque ¿dónde se ha visto que una confederación empresarial sea la que dicte la política en materia de empleo que debe adoptar un gobierno? En España ocurre así, por mucho que la ineficaz Fátima Báñez lo niegue. En España, queridos lectores, es la CEOE la que marca las pautas a seguir por parte del Ejecutivo a la hora de generar las estrategias de creación de empleo. Por tanto, todas las leyes que salen del Consejo de Ministros están orientadas a cumplir con las exigencias empresariales, olvidándose de las justas reivindicaciones sindicales y de la clase trabajadora, tanto a nivel salarial como a nivel de condiciones laborales.
Cualquiera que esté cerca de la realidad se habrá dado cuenta de que desde que gobierna el Partido Popular el mercado laboral español se ha depauperado de tal manera que nos encontramos con millones de trabajadores que se encuentran en una situación próxima a la esclavitud. Los malos empresarios se han puesto como objetivo tener beneficios a costa de la explotación del trabajador. Esto no es nuevo, siempre ha ocurrido así. Sin embargo, en la España de Mariano Rajoy, se les ha dado respaldo legal a través de la Reforma Laboral de 2012 y de las continuas vueltas de tuerca, las cuales suelen publicarse en el BOE escondidas en leyes que nada tienen que ver con la política laboral.
Sin embargo, la CEOE es insaciable y pide más. Esto no es nuevo. Siempre la Confederación Empresarial española ha pedido la supresión de los derechos de los trabajadores. Lo que ha cambiado desde que Rajoy y sus secuaces están en el Gobierno es que esas reivindicaciones de los malos empresarios suelen acabar en el Boletín Oficial del Estado. Permítame el lector que me tome la libertad de contar algo vivido por este autor en los años de inicio de la crisis. Por mi actividad laboral he tenido la oportunidad de acudir a diferentes Encuentros, Jornadas o Congresos organizados por Cámaras de Comercio, Confederaciones Empresariales o Asociaciones Sectoriales. En los años 2007, 2008 y 2009 se hablaba de la crisis como una oportunidad. A mí me sorprendía que hubiera tanto optimismo cuando estábamos viendo cómo el desempleo se estaba disparando. Sobre todo, esa visión positiva la lanzaban los representantes de las grandes empresas y de las multinacionales. Desde que ganó las Elecciones de 2011 engañando a los españoles y las reformas que implementó mi asombro de antaño se vio transformado en confirmación. Ahí estaba el optimismo. Con un gobierno afín, con una mayoría absoluta que le permita legislar sin pacto alguno con el resto de partidos del Congreso del mismo modo en que lo harían las Cortes franquistas, la crisis se ha convertido en la oportunidad para derogar de facto los derechos de los trabajadores e imponer un mercado laboral basado en la semiesclavitud, la precariedad y la explotación.
Este fin de semana la CEOE ha presentado un documento donde exigen al Gobierno que se apriete aún más a los trabajadores, tanto a nivel salarial como a nivel de precarización del empleo. En primer lugar, pretenden que se potencie la contratación temporal frente a la indefinida. El objeto de esta reivindicación es que la precarización del empleo genere una situación de inestabilidad en el trabajador que le obligue a aceptar condiciones propias de países como Bangladesh con tal de no perder su puesto de trabajo. Sin embargo, no se quedan ahí y piden que se potencie el pago de salarios por debajo del Salario Mínimo Interprofesional para los contratos de formación. Este punto es interesante. La tipología contractual que más creció en 2014 fue precisamente esta. Para el PP es un modelo de contrato que le viene muy bien. Tiene a los empresarios contentos y, a la vez, bajan las cifras del paro. Claro que el mayor perjudicado por este hecho es el trabajador, ya que los contratos de formación dan pie a la explotación, al pago de salarios propios de Asia, si es que se paga algo. Pues los malos empresarios piden ahora que se potencie este tipo de contrato legalizando la explotación con el pago de salario por debajo de los Convenios Colectivos y, por tanto, del SMI.
Lo malo de todo esto no es que lo pidan los empresarios, sino que en el Ministerio de Empleo se esté haciendo ahora mismo un Copy& Paste del documento de la CEOE para trasladarlo al Consejo de Ministros e imponerlo a través de un Real Decreto.
Sin embargo, las consecuencias de las oportunidades de la crisis de las que hablaban en los círculos empresariales en los años en que ya se vislumbraba la explosión del modelo productivo basado en la construcción no se acaban ahí. Es el propio Gobierno quien reconoce que las condiciones salariales de las rentas medias y bajas son las que más han sufrido las consecuencias de la irresponsabilidad neoliberal del Partido Popular. Desde el año 2007 el salario medio de los españoles ha caído un 39%, mientras que el de las rentas altas se ha revalorizado en un 26%. La diferencia entre los trabajadores de una misma empresa muestra esa situación, ya que un trabajador con una antigüedad superior a los 10 años tiene un salario superior al de un contratado durante el Gobierno del PP. Según los datos del INE, el trabajador que lleva 10 años en la empresa, además de tener unas mejores condiciones laborales, tiene un salario que supone, al menos, el doble del recién contratado con la actual legislación.
Es decir, el Partido Popular y la CEOE han generado un ghetto laboral propiciado por el ambiente que han generado dentro de la estrategia neoliberal que se basa en la creación de un estado de miedo que hace que el trabajador acepte cualquier cosa con tal de no perder el puesto de trabajo. Esto no es nuevo y en todos los países donde se ha querido implementar el sistema económico liberal se ha funcionado así. Primero se genera una situación de prosperidad que provoca que los salarios y los niveles de vida suban. Esto, a su vez, incita al consumo y a la creación de nuevas necesidades que llevan a los trabajadores al endeudamiento con las entidades financieras. Una vez logrado esto, desde los mercados se provoca la destrucción de esa burbuja de prosperidad. El trabajador ya está ahogado por las deudas, ve en su entorno cómo el desempleo genera situaciones de emergencia y acepta cualquier cosa con tal de tener un empleo, al precio que sea, aceptando la explotación con tal de no perder la mínima dignidad de vida exigida en el Estado del Bienestar. Gracias a ese miedo funcionan las medidas como las adoptadas por Rajoy, las medidas redactadas por la CEOE.
Para finalizar no quiero dejar de referirme a otros empresarios que se están negando a aplicar la Reforma Laboral en sus empresas, que están logrando beneficios, aumentando plantillas con condiciones laborales y salariales dignas, basando su política de Recursos Humanos en la estabilidad laboral y que están recibiendo amenazas, incluso de muerte, por parte de los que se están beneficiando de la explotación patrocinada por el Gobierno.
José Antonio Gómez
Twitter: @joseangomhern