El Partido popular gobierna al dictado de la Troika, constituida en un triunvirato perverso al servicio de la Europa de los Mercaderes, ejerciendo una brutal tiranía social y económica contra la Europa de los Ciudadanos. La flagrante violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos trae consigo la comisión de crímenes contra los ciudadanos. Estos crímenes son legales, aunque injustos y de dudosa legitimidad, los ciudadanos son víctimas del paro, del hambre, de los desahucios, del exilio voluntario, de la emigración forzosa, de la falta de asistencia médica, de la pobreza y con trabajos que nos atrapan en la pobreza y nos aproximan a la esclavitud. Aunque estamos en un país teóricamente aconfesional, no obstante, la Iglesia sólo interviene en política, cuando le conviene. Considera, hipócritamente, que el aborto es un crimen, pero dejar morir a miles de españoles afectado por la hepatitis C, porque se les niega el medicamento prescrito por los facultativos bajo pretexto de austeridad económica, es la voluntad de Dios.
La hipocresía de la Iglesia sigue pensando que el Estado se rige a través de las obras de misericordia, que eran 14 según el catecismo del padre Ripalda. Y las bienaventuranzas que eran ocho según el mismo pedagogo católico. La Iglesia vive al margen del Estado, solamente entiende de pecados y de perdón otorgado por la confesión y la penitencia. En esa perversa teología han ocultado los graves crímenes de pederastia que han cometido por acción u omisión clérigos y obispos de la Santa Iglesia de Cristo. Sin embargo el Estado sólo entiende de derechos y deberes y de justicia social. De faltas y delitos contra las leyes legal y legítimamente establecidas. Los obispos consideran pecado la sexualidad fuera del matrimonio y para la sociedad civil es un derecho. El aborto es un derecho de la mujer y para la arcaica institución eclesial, es un homicidio. En la actualidad en España los obispos no deberían de bajarse de los púlpitos de las catedrales, sin condenar los crímenes que están cometiendo el Gobierno del PP y sus secuaces. Pero la doctrina cristiana sólo se aplica bajo la manipulación de los obispos, los miembros del Opus Dei, los Kikos y otras sectas opuestas al más elemental de los humanismos. Para la Iglesia el Gobierno se ha saltado la ortodoxia católica retirando la ley contra el aborto, pero permanece en el nacionalcatolicismo aunque esté echando a palos a los emigrantes, que saltando la frontera llegan a España despojados de toda dignidad como seres humanos.
Para liberarse de toda ilegalidad el ministro católico Jorge Fernández Díaz, violando los más elementales derechos humanos, ha cambiado la ley interpretando el derecho internacional de forma torticera, inhumana y perversa. No es una paradoja que las mismas instituciones que aplaudieron el golpe de estado del general Franco, que justificaron la guerra como Cruzada de Liberación Nacional, que fueron cómplices necesarios y muy gustosos de la dictadura del Movimiento Nacional, sean en la España actual los opresores, tiranos y criminales. Estas instituciones son: La Banca que financió la guerra contra la República, ahora tienen apresado al Estado, quien se encarga de oprimir al pueblo. La Iglesia que bendijo el genocidio y tomó parte activa y legal del régimen confesional del Caudillo de España, que lo fue por la Gracia de Dios, esta institución religiosa ahora dicta las leyes al Gobierno. Los políticos-caciques y los empresarios sirvieron al franquismo y ahora son cómplices de la mayor corrupción habida en España en democracia. A todos ellos no les interesa remover el pasado y quieren acallar la indignación ciudadana, con leyes mordaza y eludiendo la Comisión de la Verdad. Los españoles que no aceptemos su credo, somos demagogos y populistas. Pero si la justicia que emana del pueblo tuviera resortes que se escaparan al control del Gobierno, Rajoy y muchos de sus secuaces serían encarcelados, procesados y juzgados, por crímenes contra los españoles en nombre de la Constitución Española y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
EL VALLE DE LOS CAÍDOS CUELGAMUROS
El conjunto escultórico y la basílica que lo sustenta es el monumento al disparate mayor que se haya podido cometer. Pero este esperpento nacional es muy hispano, solamente se puede comprender si se hace una lectura de otro disparate que tiene aún asombrado al mundo, Don Quijote de la Mancha.
El nacionalcatolicismo es un hecho que se remonta a la conversión del Rey Recaredo y que se consolidó con el lema UNA GRANDE Y LIBRE de los Reyes Católicos. En la España peninsular y en las Españas allende los mares siempre prevaleció la alianza trono-altar y más tarde el maridaje Iglesia-Estado. La Reforma y los países que se unieron a ella, así como el Renacimiento que llegó a España, cien años más tarde, históricamente marcaron el desarrollo, la modernidad y sobre todo eligieron el camino de la razón y abandonaron el fanatismo de la fe. En España emprendimos la Contrarreforma y nos homologamos con el Papado. La secularización de Europa ya era un hecho en lo político cuando España tuvo la feliz idea de emprender la Cruzada contra el régimen ateo de la II República e implantar una dictadura donde el nacionalcatolicismo brilló con luz propia de hecho y de derecho, durante cuarenta años más. Fallecido el Caudillo de España que lo había sido por la Gracia de Dios, se estableció una Constitución sin la más mínima mención al genocidio que había padecido el pueblo, donde solamente los vencedores fueron considerados como LOS CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA.
Las víctimas del exterminio planificado desaparecieron de la memoria oficial en la nueva democracia. Hacer permanentemente apología de los crímenes del general Franco, Falange Española, la Iglesia y por supuesto, los militares, no es delito. Aunque el castellano es muy rico en expresiones, vocabulario y acepciones, se agotan sin haber encontrado el calificativo de tan grande aberración. La Iglesia está tan enfangada en estos crímenes, que lejos de reconocer su participación activa en el genocidio, han tenido la desfachatez de elevar a los alteres a cientos de caídos del bando vencedor; ignorando los caídos que defendieron la República o simplemente les tocó estar en el frente impuesto por las nefastas circunstancias. En España la Iglesia sigue siendo cómplice del criminal, del tirano, del poderoso, del cacique y de los franquistas del Partido Popular. Tiene una deuda contraída con la Historia, difícil de resarcir. Mantener un mausoleo con los restos del mayor dictador de la Historia de España, es un oprobio al pueblo español. El único monumento al fascismo que se mantiene en el concierto de las naciones democráticas. Un sarcasmo a la humanidad.
Pedro Taracena Gil