Ya solo quedan apenas unas horas para que este año 2014 finalice. Somos muchos los que pensamos que desde noviembre de 2011 se hace más difícil realizar un análisis positivo u optimista del año que se va, más bien al contrario, nos damos cuenta que en estos tres años hemos ido a peor y que la situación para la gente de la calle va precarizándose a medida que pasa el tiempo en que Mariano Rajoy está en el poder. Este personaje va a pasar a la historia como quien permitió e incentivó una situación de emergencia social nunca vista en nuestra historia democrática. Bueno, en realidad va a pasar a la historia como el presidente más nefasto para su pueblo desde que muriera Franco, porque de donde no hay no se puede sacar y quien no tiene espíritu democrático no está capacitado para ser el primer ministro de una democracia, tal y como ha demostrado quien es un férreo defensor de las teorías de supremacía genética, unas teorías, por otro lado, totalmente democráticas, valga la ironía. Por eso, por estar en manos de un irresponsable que alcanzó el poder a través del mayor fraude democrático del siglo XX y XXI en Europa y por haber sido llevado al poder con millones de votos irresponsables, estamos como estamos.
Sí, se acaba 2014 y llega 2015. Sin embargo, todos los buenos deseos que nos vamos a lanzar en las próximas horas, todos los besos, los abrazos, las risas, las copas, las bromas, más copas, más bromas, las uvas, las lentejas, los muebles por la ventana, los tangas rojos, los gayumbos paqueteros encarnados, los sostenes colorados con transparencias, todos eso estará envuelto por sentimientos tan contradictorios como la incertidumbre y la esperanza. Son los mismos sentimientos que había hace 39 años cuando Franco murió. En aquella nochevieja de 1975, con el cuerpo del dictador aún caliente, los españoles tenían esperanza de que las cosas cambiaran, de que los que hasta ese instante se hallaban en las catacumbas de la clandestinidad salieran a la luz y trajeran la tan anhelada democracia. Por otro lado había incertidumbre y miedo porque aún mandaban quienes mandaban, los que tenían la intención de mantener el franquismo sin Franco, todo ello con el respaldo del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad del Estado. ¿Qué iba a pasar en ese 1976?
Hubo los mismos buenos deseos, los mismos besos, los mismos abrazos, las mismas copas, las mismas bromas, quizá no había aún ni tangas, ni gayumbos paqueteros ni sostenes con transparencias, pero lo que seguro que había era el amigo que antes de la cena de Nochevieja te gritaba aquello de «nos vemos al año que viene». Todo es lo mismo pero no es igual. La diferencia estriba en que en aquella Nochevieja de 1976 se tenía la sensación de que se abría un tiempo nuevo, mientras que en la de 2014 se atisba un retorno a un pasado que ya pensamos que no iba a volver.
Es bastante mosqueante que se estén aprobando leyes que derogan los derechos de manifestación, reunión y expresión precisamente unos meses antes de las elecciones. ¿Qué se está maquinando en esas mentes perversas del Partido Popular? Lo mismo podemos decir de la manipulación de los censos electorales o el cierre de los mismos a los españoles exiliados por las medidas de este gobierno ilegítimo. ¿Qué preparan? Sabemos que no tienen ningún escrúpulo con tal de asaltar el poder o de mantenerlo. El miedo viene de ahí, de esas ansias y de esa creencia de que ellos son los que deben gobernar por imperativo genético, tal y como defiende el presidente en artículos periodísticos. Saben que lo tienen todo perdido, que salvo los fanáticos que no ejercen su derecho al voto, sino la obligación de fichar en la urna, no habrá engaño posible que haga que muchos españoles vuelvan a caer en el engaño de 2011. Primero perderán las municipales y las autonómicas y en noviembre las generales. Sin embargo, ¿habrá elecciones? Perdónenme que les diga que cada día que pasa van aumentando mis dudas. Ya desde las tribunas mediáticas de propaganda se advirtió que era probable que Rajoy prorrogara la legislatura en los términos que marca la ley. ¿Qué le impide modificar las leyes que haya que modificar con tal de perpetuarse en la presidencia? Al fin y al cabo, es lo que llevan haciendo durante toda la legislatura: secuestrar y apropiarse de todos y cada uno de los órganos democráticos. Por eso, este 2015 me da miedo.
Sin embargo, en medio del miedo hay esperanza en el cambio. Si no hay ninguna maniobra autoritaria por parte del Partido Popular, este año que viene será el del cambio, el de la vuelta al gobierno de la izquierda, de quien escucha las voces de la calle en vez de las voces de los mercados. No me estoy refiriendo a los nuevos telepredicadores, sino a quienes durante años han sido los adalides de la progresía, de quienes murieron y lucharon en la clandestinidad por traer la democracia y no quienes se arrogan algo que nadie se puede arrogar, quienes ya han demostrado que se puede gobernar de otra forma y no quienes basan su mensaje en utopías que engañan al pueblo del mismo modo en que lo hizo Rajoy en el 2011. Por eso hay que tener esperanza.
¿Qué nos traerá 2015, esperanza o miedo? Lo iremos viendo con el paso de los días y los meses. Mientras eso ocurre, les deseo lo mejor para este 2015, mucha salud y buena fortuna.