Se han aprobado los Presupuestos Generales del Estado para 2015. Como cabía esperar, han salido adelante con el rodillo del Partido Popular y el apoyo de su socio navarro UPN, que ha pasado por el aro. Las Cortes han aprobado y abierto el camino hacia la miseria que se consolida. Los grupos de la oposición han votado en contra, porque vienen a consolidar la desigualdad, la precariedad laboral, la pobreza infantil y la marginación social.
Después de «la crisis es ya historia» de Mariano, llegan los presupuestos «más esperanzadores» de Cristóbal, los de la «consolidación», dice. Presupuestos de la desesperanza digo yo; presupuestos que abundan en la miseria social; presupuestos que vienen a confirmar la «consolidación», del final del bienestar, que con el PP gobernando nunca alcanzaremos; representan el hundimiento de lo público, en exclusivo beneficio de empresas amigas, que pasan por taquilla abonando comisiones y repartiendo corrupción. Toda la oposición ha descalifica los PGE. El Grupo Socialista y el de La Izquierda Plural, los denominan como «fundamentalmente insolidarios», que vienen a aumentar las diferencias sociales en España.
Montoro, con el cinismo que le caracteriza, declara que «la tramitación y la admisión de enmiendas ha servido para fortalecer el ejercicio de la democracia». Se ríe en nuestra cara, con cinismo y desvergüenza, porque no nos respeta. Lo cierto es que ha rechazado, las más de 8.000 enmiendas planteadas, salvo nueve, propuestas por PNV y CiU. Tan solo ha aceptado el 0,1%, hecho sin precedentes desde 1978 con la UCD. La aptitud totalitaria e inflexible del gobierno, no viene precisamente a fortalecer la democracia, sino a debilitarla; aprobando leyes que persiguen el ejercicio de las libertades públicas y los derechos fundamentales. Son como Othar, el caballo del caudillo Atila, el huno, que por donde pisan, no vuelve a crecer, no solo el bienestar, sino la democracia en libertad.
Son unos presupuestos electoralistas, para un año electoral, para ganar. Presentan una rebaja de impuestos para los de siempre y prevén más inversión pública para las comunidades autónomas. Se han aprobado «unos presupuestos que no son los que necesita España; quizá sean los que necesita el presidente del Gobierno para un año electoral», decía Pedro Sánchez en su discurso en el debate (21 octubre). El ministro, tomándonos el pelo, subraya que el gobierno ha tomado mayor conciencia respecto a la recuperación, el empleo, la desigualdad o las diferentes sensibilidades autonómicas. Palabras contrarias a lo que las cifras aprobadas muestran. Por cierto, con toda certeza, se prorrogarán en 2016, puesto que al celebrarse las elecciones generales a final de año, no podrán tramitarse, como ocurrió en 1995 y 1996 y en 2011 y 2012.
Estos presupuestos «consuman la desigualdad, no generan empleo ni garantizan los servicios públicos», explicaba Cayo Lara, durante la presentación de la enmienda a la totalidad, como «alternativa social» para enfrentarse a la crisis (Jaén, 17 octubre). Las cifras aprobadas, no van a reactivar la economía ni generar empleo: no son objetivos que formen parte de la estrategia del gobierno. Traerán más pobreza, sin garantizar los servicios públicos esenciales. La política de bajada de salarios seguida por el PP, está perjudicando el consumo interno, sin llegar a ser más competitivos en Europa. «La OCDE y la OIT dicen que la bajada de sueldos, constante y permanente a lo largo de tres años, acelera la pobreza y deprime la demanda interna», (sic Pedro Sánchez). Con menos salarios, se reduce el consumo, las empresas no venden, bajan los precios, se produce la deflación y con ella la depresión económica. La confianza del consumidor ha caído 3,2 puntos y la demanda eléctrica es un 9% inferior a la de 2008. Los presupuestos aprobados por el rodillo PP no atajan esta situación, la aceleran.
Pese a lo que pronostican desde las esferas gubernamentales, no hemos superado la crisis ni estamos recuperándonos. Los datos desmienten sus cantos de sirena. El supuesto crecimiento no es suficiente para mejorar el bienestar. «Mientras el Gobierno alardea de sus perspectivas económicas, se ha publicado el Índice Europeo de Justicia Social, que muestra que en 2014, España cae al puesto 21 de los 28 en Justicia Social» (Manuel de la Rocha Vázquez eldiario.es 22 octubre). Desde 2011, el riesgo de pobreza se ha incrementado 3 puntos y en la infancia, se ha llegado al 32,6%, el peor índice después de Rumania. Las grandes cifras macroeconómicas, no refleja la realidad del sufrimiento de millones de personas: 800.000 empleos menos y 400.000 jóvenes emigrados fuera de España, desde que gobierna el PP. Triste record: más paro, pobreza laboral y exclusión social. Los de 2015 son presupuestos para consolidar esta realidad.
La política fiscal, reparte mal los sacrificios y en 2015 se repiten la jugada. Según el ministro, los PGE, prevén que los ingresos tributarios crezcan el 3,5%, respecto a los presupuestados en 2014. Descienden un 0,3% los ingresos por IRPF y los impuestos especiales un 2,7%. Aumenta el IVA un 9,9% y el de sociedades un 5,6%. (Expansión 1 octubre) Los datos aprobados no engañan, se produce una transferencia de renta, desde las clases medias y bajas, a las rentas altas. Baja el IRPF en los niveles salariales altos y sube el IVA que pagamos todos. La clase trabajadora es la que sustenta los gastos del Estado, sin disfrutar de unos servicios públicos esenciales universales de calidad, que el PP ha eliminado. Lo cierto es que el Rajoy ha subido los impuestos, copagos y repagos, tasas y precios públicos, que afectan a todos. Ahora dice bajar impuestos, pero no dice que beneficia a las rentas altas y a las grandes empresas, que siguen sin contribuir lo suficiente. Son los presupuestos del «ahogo social», confeccionados y aprobados para consolidar la desigualdad y perpetuar la miseria.
El gobierno, sigue recortando el gasto por desempleo, y al mismo tiempo prevé una rebaja fiscal para los ingresos más altos, que cuesta lo mismo (3.700 millones). Hace como la manipulación del tahúr del Misisipi, quita con una mano 4.000 millones a los que más lo necesitan, y se lo da con la otra a quienes lo tienen todo, a quienes no han sufrido las consecuencias de la crisis, sino que la han provocado. Hace como los bandoleros, pero al revés: se lo quitan a los pobres, para dárselo a los ricos.
No hay inversión pública, la cobertura por desempleo se reduce y hay más desempleo. Uno de cada cinco españoles están en el umbral de la pobreza y 750.000 hogares viven sin ingresos (La Marea 17 octubre). Crece exponencialmente el número de ricos y también el de pobres. Los ricos pagan menos que los pobres y no se persigue su fraude fiscal. La deuda pública se sitúa en el 96,5%, 1.016.969 millones de euros, según el Banco de España (Expansión 17 diciembre) y sus intereses, casi 100 millones diarios (El País 30 septiembre), se hacen insoportables. El mensaje proviene de la manipulación permanente, la forma de actuar es el engaño masivo y su política promover la desigualdad.
La realidad es que en España, tenemos más paro, menos gente trabajando, empleos precarios, se ha incrementado el riesgo de pobreza, tiene más deuda pública y más endeudamiento externo. «Se está produciendo una precarización universal de las condiciones laborales» y tardaremos mucho en recuperar, si se recupera, la calidad del empleo. Los puestos de trabajo creados, según el INE y otros análisis de expertos, son «empleos temporales, cada vez más a tiempo parcial, poco cualificados, en el sector servicios y con salarios inferiores a 900 euros» (InfoLibre 21 diciembre). De los 5,4 de parados registrados, tres millones no cobran prestación y el 63% de los contratos a tiempo parcial son indeseados. Si se incluyeran los parados que la EPA excluye de su concepto, el desempleo lo sufrirían 7.013.678 personas (Nueva Tribuna 3 de agosto). Más del 50% de las horas extras no se pagan y un tercio de los asalariados cobra menos de 645 euros al mes. España presenta un sector público más pequeño, con menor capacidad de intervención en la economía y peores servicios públicos. La educación y la investigación en retroceso y la sanidad pública entregada no siempre al mejor postor.
Las cuentas del PP, no van a posibilitar ni el crecimiento ni la creación de empleo de calidad. Estos presupuestos, junto a la reforma fiscal, limitan los ingresos tributarios, aumentan la desigualdad en la sociedad y no hacen frente al fraude fiscal. La política fiscal no es solamente un instrumento de recaudación, sino de redistribución de renta y de lucha contra la desigualdad social. La política seguida significa que, para el 90% son los recortes y para el 10% las amnistías y las rebajas fiscales. Para el 10% los beneficios; para el 90% los sacrificios. No es puro teatro, ni demagogia, es pura ideología neoliberal, rayando lo criminal.
Las previsiones para 2015 no refuercen la protección social, congelen el salario de los empleados públicos, contemplen una ridícula subida de las pensiones y ahonda en el deterioro de los servicios públicos, sin que el consumo vaya a despegar. Estos presupuestos no van a ayudar a salir de la crisis; son unos presupuestos para perpetuar la miseria. Hay fraude fiscal y pobreza infantil; la política laboral es una «trituradora de empleo» y así va a seguir siendo. La alternativa es hacer un rescate financiero a familias y autónomos en situación límite, reestructurando la deuda hipotecaria y atajar el inaceptable problema de la pobreza infantil, que no ha hecho más que crecer durante estos años de crisis económica, con consecuencias sociales.
Los presupuestos deberían contar con medidas que reforzaran las políticas públicas de apoyo a la inversión, el crecimiento y el empleo y permitir a España sumarse a los países que no comparten el proyecto económico alemán (para los demás que no para ellos), de más ajuste y más reformas. Hay que apostar por una política económica centrada en las personas y el empleo, en la educación y los servicios públicos de calidad; una salida a la crisis equilibrada y justa socialmente y volver a la senda del Estado del Bienestar.
Frente a los tres problemas estructurales de la economía española: paro y precariedad, baja competitividad y elevado endeudamiento privado, el gobierno no ha solucionando ninguno de ellos, sino que ha creado alguno más: desigualdad social y endeudamiento público. Los Presupuestos Generales para 2015, retratan al gobierno: consagran el engaño como forma de hacer política y la desigualdad como proyecto político. El PP lanza el mensaje de que los sacrificios han valido la pena y no es verdad; llevan años mintiendo; no se dejen engañar.
Víctor Arrogante
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