La pobre de Anita Pastor debió pasar ayer una mala noche, después de haber preparado al detalle todo el argumentario de la caverna contra Pablo Iglesias y PODEMOS, no fue capaz de sacarle ese titular que hoy fuese primera plana de todos los diarios. Y mira que le apretó, pero nada, no le pilló un descuido. Y eso que a Pablo se le vio nervioso en los primeros 10-20 minutos, como un poco intimidado por el escenario, pero sin dejarse llevar por el momento y la crispación constante, con malas artes, que la periodista quería ponerle al encuentro.
Momentazo ese en el que Anita se dirige a cámara y dice aquello de, citando el nombre de una espectadora, "no nos ha contestado". Paradójicamente a partir de ahí fue cuando Pablo se templó, se sacó de encima el chaleco antibalas con el que parecía que había ido de primeras, y empezó con el cuerpo a cuerpo de frente y a tumba abierta, dándole un vuelco a la entrevista y finalmente teniendo que ser la propia presentadora la que se defendiera de supuestas acusaciones que Pablo en ningún momento lanzaba (soy muy poca cosa para conspiraciones, dijo la señora).
La tipa le preguntaba por cosas que requieren de meses de estudio y trabajo, y esperaba que le respondiera con un tuit de 100 y pocos caracteres. En definitiva, no fue una entrevista, fue un proceso inquisidor, donde bloque a bloque la entrevistadora iba pidiendo a los acusadores que pusieran encima de la mesa las "pruebas" que demostraban la culpabilidad del acusado según las acusaciones previas recogidas, y convertidas en preguntas y fragmentos de vídeos, por los impulsores del proceso (la casta política, económica y mediática).
No se aceptaba un "soy inocente" por respuesta, como mucho un "sí, lo hice yo, soy culpable, pero estoy arrepentido". Daba igual una pregunta sobre cómo financiar la renta básica o sobre qué tipo de reforma laboral habría que hacer, que una acusación sobre atacar la libertad de los medios privados, o no querer comprometerse con la causa de un golpista preso como el tal Leopoldo López, el margen de respuestas aceptables se debía ceñir a reconocer abiertamente que Pablo Iglesias es todo eso tan malo que dicen que es, y que pidiera perdón.
Pero no, no, el titular no salió. Y si le dan una hora más de entrevista, tal y como iba de lanzada, con Pablo cada vez más suelto y cómodo con el formato golpe a golpe, al final es la periodista la que acaba pidiendo perdón.
Pedro Antonio Honrubia Hurtado
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