Los restos de 135 personas enterradas en fosas comunes fueron inhumados hoy en el cementerio de Villafranca Montes de Oca (Burgos).
«Ni odio, ni resentimiento ni nada parecido. Es un hecho de la historia que está ahí y que se tiene que recordar. No se puede olvidar». Cuatro de los tíos de María del Carmen Casabal fueron asesinados en los montes de la Pedraja durante la Guerra Civil. El ADN de su primo, hijo y sobrino de los fallecidos, ha permitido su identificación de entre un gran número de restos humanos hallados durante las exhumaciones que se iniciaron en la zona ya en 2010.
Martín, Cipriano, Victoriano y Esteban CasabalAyala son sus nombres. Otros cuatro más, los de Félix Romero Zudiaga, Benigno Marín Sarabia, Gerardo Alcón Vaquero y Perfecto Llorente Torrijos, cierran la pequeña lista de identificados.
Pequeña porque la Agrupación de Familiares de las personas asesinadas en los montes de la Pedraja maneja los datos de hasta 31 mirandeses. A todos ellos, como parte de un total de 135 cuerpos exhumados, se rinde hoy un nuevo homenaje. Pero el de este 1 de noviembre será especial. Porque se les dará sepultura en un panteón que se ha construido en una parcela que ha cedido el Arzobispado de Burgos por 100 años, en el cementerio de Villafranca Montes de Oca, municipio al que pertenece la Pedraja.
«Va a ser un día de mucha emoción. Mis tíos eran muy jóvenes», lamenta María del Carmen. Este episodio«tan doloroso» lo ha tenido siempre presente su familia. «Mi padre murió con apenas 46 años.Él fue muy discreto; no nos inculcó ese odio, esas sensaciones...» Incluso le bajaron «dos veces del carro». Vivían en Orón. «Alguien de allí se compadeció de él y les dijo ‘hacer el favor de bajar a este niño’». ¿Edad?16 años. Sus hermanos no tuvieron la misma fortuna. Asesinaron a cuatro de los seis hijos de la abuela de Casabal;una mujer enérgica, de carácter, inconformista. «Le hicieron el mayor daño que podían hacerle, matar a sus hijos. Es una monstruosidad».
El camión falangista
A Benigno Marín Sarabia también se lo llevaron. «Estaba sentado en ‘los jardinillos’.Paró el camión con los falangistas, le mandaron subir y desapareció. Sabemos que estuvo dos días en el Ayuntamiento y se perdió la pista». La familia no volvió a saber nada concreto de él. Sospechas, todas. Su sobrino, Miguel Carlos Marín Espinosa, se hizo las pruebas de ADN en Briviesca. «Había tantas fosas alrededor de Miranda que, vete a saber».
Entre los primeros restos hallados en la Pedraja se encontraban los de su tío, asesinado con 22 años. El abuelo de Miguel también fue represaliado. «Era el presidente de Izquierda Republicana en Miranda, empleado de Renfe. También se lo llevaron a Burgos, y de ahí al Fuerte San Cristóbal, a Pamplona, y de ahí ya salió ya, ¿qué te voy a decir? Como todos, para tirar».
La identificación de su tío es un paso trascendental también en la vida de esta familia. «De no saber nada, a ver dónde está. Nadie dice que quiera venganza ni bobadas de esas. Pero eso de que hay que olvidar, olvidar». Su planteamiento es tan claro como perfectamente comprensible:«Mejor saber dónde está tu familiar desaparecido, que creer que está en una cuneta pero no sabes dónde ¿Me explico? No tiene más misterio».
Miguel como María del Carmen y como todos los familiares en su misma situación no dudan en criticar el final de las ayudas que en 2011 se habilitaron desde la Presidencia del Gobierno –dirigido entonces por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero–.La implicación de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha sido trascendental en todo el proceso de localización y exhumación de los cadáveres. Hoy se trabaja en la identificación. Y la lista total aún es exigua, apenas 15 personas. En el verano de 2012 se vallaron las fosas y se colocó una placa y un cartel en el que se explica lo que allí sucedió. Dan testimonio del horror.
Salvador Arroyo
Fuente: www.elcorreo.com