El pasado 10 de octubre de 2014 fue inaugurada una placa en reconocimiento del sufrimiento de los exiliados españoles esclavizados durante la ocupación nazi en la base submarina de Brest, capital del Finisterre en Bretaña. Así mismo, durante la misma jornada fueron realizadas diversas ofrendas y actividades de homenaje a estas víctimas del fascismo, en solidaridad con las de otras nacionalidades que padecieron los mismos abusos en el mismo lugar.
El acto inaugural estuvo solemnemente presidido por el contraalmirante de la armada francesa François-Régis Cloup-Mandavialle, comandante de la base de defensa de Brest-Lorient y adjunto territorial de la comandancia del distrito marítimo atlántico, y por el capitán de navío Gilles Picat, comandante de la base naval de Brest, acompañados por un piquete de honor militar y un corneta. Se realizó así mismo una ofrenda floral con la bandera francesa y otra con los colores de la bandera republicana española.
La iniciativa civil corrió a cargo de los descendientes de exiliados en Bretaña, miembros de la asociación Memoria del Exilio de los Republicanos Españoles (MERE 29), cuya presidenta es la historiadora Gabrielle García, cuyo secretario es el químico Jean Sala y cuyos tesoreros son Claudine Allende y Raoul Expósito, todos ellos hijos de refugiados antifascistas. No obstante, la directiva de la asociación cuenta también con otros miembros sin origen español pero solidarios con la misma causa, que en realidad es la de todos los antifascistas, como el archivero Hugues Vigouroux, hijo de resistente, y el editor Jérémy Costiou, sobrino-nieto de un fusilado por los alemanes.
Para la construcción del gigantesco búnker submarino de Brest, acometida por el ocupante alemán en 1941, los nazis esclavizaron a decenas de miles de prisioneros, entre ellos unos quince mil republicanos españoles sacados de campos de concentración. La dureza del trabajo, a menudo realizado en el agua, y los malos tratos de los nazis, ocasionaron numerosas víctimas mortales, algunas de las cuales fueron arrojadas al hormigón todavía fresco de los muros en construcción, donde quedaron embutidas para siempre. Mas, como resaltó Gabrielle García en su justo discurso inaugural: “La base de submarinos de Brest es hoy un referente de memoria. Fue un lugar de represión y de sufrimiento para miles de trabajadores forzados pero, también, un significativo lugar de resistencia, de esperanza y de libertad”. (más información: La Historia en la Memoria)
Claudio Rodríguez Fer
Fuente: La Historia en la Memoria