Mauthausen el campo de los héroes españoles
En todo el mundo se conoce la terrible escalinata del campo de concentración de Mauthausen. Miles de personas perdieron la vida en esos 186 escalones infames mientras subían rocas desde la cantera. Pero pocos recuerdan la vida del héroe anónimo que forzosamente colaboró en su construcción.
Retrato de Manuel Rifaterra |
Manuel Rifaterra, sabía que estaba construyendo un símbolo no era el primero en el que trabajaba. Hacía muchos años este albañil nacido en Alcorias (Teruel) había participado en la construcción de la estación oscense de Canfranc un ejemplo de modernidad y de apertura de España a Europa. Pero “El maño”, como lo conocían en aquel submundo, recordaba otro símbolo uno que también había colaborado a alzar y al que tenía especial cariño. En el pueblecito de Mas de las Matas fue el encargado de hacer realidad un sueño. La escuela pública de esa villa Turolense era el segundo edificio más grande de aquella localidad después de la Iglesia. Para una recién nacida Segunda República la educación era una prioridad y aquel soberbio colegio entre las huertas ,en un pueblo donde las mayor parte de las casas estaban hechas de adobe y sin agua corriente, era algo inimaginable.
Pero de eso hacía mucho tiempo. Cuando el preso nº6726 recordaba aquellos años en las largas noches del campo alemán le parecía que fuese otra vida. Fueron años de esperanza y alegría hasta que en 1936 comenzó la contienda civil. En ella llegaría a ser capitán de la república. En el frente se dedicó a la construcción de torretas y puestos de artillería. Perdida la guerra se exilió a Francia y allí fue detenidos por los nazis en la primavera de 1940 junto a unos 1500 españoles.
El republicano alcorisano Manuel Rifaterra Aguilar como tantos otros compañeros había acabado en uno de los más atroces campos de extermino que el ser humano haya conocido en la historia.
Su profesión le había salvado la vida. Era uno de los elegidos por sus conocimientos en dirigir las cuadrillas de presos encargadas de construir los edificios nazis. Todos los que eran formaban para esta tarea se libraban de trabajos más pesado. Hacer los crematorios y las cámaras de gas siempre sería mejor que ser uno de los que perecían allí.
Manuel fue el encargado de realizar aquella escalinata que descendía hasta el infierno. La cantera que había al final de los peldaños era un horror de caliza y muerte. Trabajar en la dura roca destrozaba el alma de los vivos y los cuerpos de los muertos. Gracias a aquel albañil Turolense muchas personas salvaron la vida. Intentaba que las cuadrillas de constructores fuesen lo más numerosas posibles. Elegía para formarlas a los más débiles. Aunque no conociesen el oficio los reclutaba para alejarlos de una muerte segura en la cantera.
En mayo de 1945 las tropas aliadas llegaron al campo de Mauthausen y con ellas la tan soñada libertad. Ese acontecimiento histórico quedó reflejado en una fotografía en la que un cartel realizado por los supervivientes españoles daban la bienvenida a los soldados.
El resto de su vida Manuel Rifaterra la pasó viviendo en las cercanías de París. En una casa tranquila como las demás. Por ella fueron pasando todos los camaradas a los que “El Maño” salvó la vida para darle las gracias. En 1979 fallecía en la localidad francesa de Permain uno de nuestros más grandes héroes.
Hoy esa escalera se conoce mundialmente como la escalera de muerte. Un símbolo a la barbarie humana. Pero casi nadie recuerda a Manuel Rifaterra Aguilar el albañil español que con su sudor y su sangre la creó.
La escuela que construyó sigue hoy en funcionamiento. Mi infancia y mi ortografía se formaron entre aquella rampa y aquellos pasillos. Allí aprendí un poco de historia pero esta, desgraciadamente, nunca me la contaron.
Afortunadamente en ocasiones se encuentras maestros fuera de la escuela que se empeñan en no olvidar la verdadera historia. Hoy parece que solo los presos judíos sufrieron el holocausto. Triste el país que no quiere recordar.
Sergio Solsona Palma
Fuente: www.cazarabet.com/idea/camposnazis