El 16 de octubre de 1953 un joven revolucionario cubano fue juzgado, junto al resto de sus compañeros por haber intentado ocupar el cuartel de la Moncada el 26 de julio de ese mismo año. La hazaña no dio sus frutos pero esta derrota no le detuvo en su guerra contra la dictadura batistiana y consiguió finalmente tumbarla. Ese joven revolucionario era Fidel Castro y su alegato de defensa dejó una huella imborrable en la historia bajo el nombre " La historia me absolverá".
Lejos de querer compararme con la figura del Comandante, me permito tomar prestadas sus palabras, tan presentes en esta época y tan actuales: todos los que luchamos por un mundo mejor, más humano y más solidario somos, como diría, Bertolt Brecht, hombres imprescindibles. Imprescindibles porque seguimos en las barricadas, resistiendo, sin decaer en nuestro intento, sabiendo que para avanzar a veces hay que retroceder y que hay que seguir luchando aunque la derrota sea previsible.
Fidel Castro y Hugo Chávez |
La vida es ya de por sí dura y una mera cuestión de supervivencia. Nuestra naturaleza nos hace egoístas, sucios, zafios y ruines... sin embargo, está en nuestra mano revertir esa situación: podemos hacerlo porque tenemos, a pesar del pesimismo de nuestra inteligencia, el optimismo de nuestra voluntad; porque a través de la rebeldía y la desobediencia hemos constituido el motor de cambio de nuestra historia; porque la rebeldía no es un grito ronco en el desierto sino la toma de conciencia y la comprensión de nuestra situación actual para poder reconvertirla, tumbarla y enterrarla.
La lucha es parte de nuestra vida y de nuestra historia: no es una batalla contra unos gigantes imaginarios, una persecución de quimeras sino una lucha más importante: la lucha contra el pensamiento único, aquel que te dice "no pienses, no actúes, quédate en casa, no te metas en líos, tranquilízate que todo pasará". Y es cierto que todo pasa y todo llega, pero de vez en cuando hay que echar mano de los frenos de emergencia de Walter Benjamin para subvertir el orden establecido, para que nuestros gritos y nuestros chillidos tomen forma y no se conviertan en un eco sordo en el desierto del tiempo.
"Fue en España donde los hombres aprendieron que podían tener razón y, aún así conocer la derrota"
Pero muchas veces esa rebeldía no da los frutos esperados o tarda demasiado tiempo en cristalizarse. El cansancio y el conformismo son los enemigos con los que debe lidiar cada día esta rebeldía. La historia nos ha dejado varios ejemplos al respecto: la derrota de la Segunda República española a manos del fascismo internacional es el más claro de ellos. Con las sucesivas derrotas, los vencedores siembran el miedo, intentan eliminar a toda disidencia intelectual, creando un pensamiento único, un nuevo Gran Hermano llamado Mercado y Competitividad, que desperdiga las semillas del conformismo, de la apatía, de la deshumanización del hombre a través de los Medios de Comunicación, vendiendo la guerra, el hambre, la miseria como un espectáculo, creando miles de programas que nos incitan al consumo, que nos bombardean con la vida de los famosos y de los ricos a quienes colocan en un pedestal y los intelectuales orgánicos de turno repiten de manera goebbeliana el mensaje de los mercados, del pensamiento único mientras silencian a toda disidencia tachándoles de "locos", "utópicos", "subversivos"... España es el ejemplo más claro: aunque las nuevas generaciones intentan salir de la caverna mediática y alcanzar la luz, la apatía y el conformismo sigue imperando en gran parte de la sociedad española, aunque, poco a poco, esta situación se esté revirtiendo gracias a las acciones de los movimientos sociales, de ciertos partidos políticos, de ciertos intelectuales orgánicos disidentes contra el pensamiento único. Pasos a paso, haciendo camino al andar, las cosas pueden cambiar: ya se ha notado en las últimas elecciones europeas, en la que el miedo está cambiando de bando.
Como dijo Fidel Castro " La Historia me absolverá" y absolverá a todos aquellos que luchamos por destruir este sistema injusto desde los cimientos y sé que al final venceremos porque tenemos la razón y el optimismo como armas y porque la única forma de cambiar las cosas es la lucha, la constancia y la perseverancia nacida de nuestra inteligencia.
Finalmente, La Historia nos ha absuelto y nos ha dado la razón.