Es tremendo ver cómo nos engañan, y hay noticias que prueban esta desfachatez y apenas tienen cabida en los medios de comunicación. Este verano, otra vez, se ha consumado un hecho cantado, algo de lo que ya había escrito y que todo el mundo sabía, aunque muy pocos lo critican. El presupuesto de defensa vuelve a aumentar a sabiendas de que no era bastante su dotación presupuestaria.
Este suceso está ocurriendo durante varios años consecutivos. Como quiera que comprar armas está mal visto, sobre todo en momentos de crisis, nuestros queridos gobernantes presupuestan menos de lo que saben que van a gastar y cuando llega el verano, aumentan la dotación con un crédito extraordinario. Al margen de contabilizar gastos militares en otros ministerios para que queden camuflados.
O sea utilizan un crédito extraordinario en un gasto que para ellos es ordinario y que debería entrar en el presupuesto anual. Pero claro, no quieren explicar todo lo que se gastan en defensa y sin embargo se complacen siempre en informarnos que Defensa es uno de los ministerios que menos sube su dotación presupuestaria, escondiendo a sabiendas que durante el verano, o sea cuando menos interés político existe, en plenas vacaciones, año tras año, estos mentirosos aprueban un crédito extra para pagar sus caprichos armamentísticos.
Ya sé que dirán que es demagogia, pero me importa un bledo. Porque gastar, además de lo presupuestado en los tres últimos años (2012: 1800 millones de euros. 2013: 877 millones. 2014: 883), más de 3500 millones de euros (un 18% más de lo previsto) en comprar armas, en tiempos de crisis, cuando la mayoría de los ciudadanos lo están pasando mal y, francamente, no parece que existan riesgos bélicos que lo pudieran justificar, es una tropelía, una indecencia y una desvergüenza.
Pero ahí están, haciendo mal a sabiendas. ¿No se podría considerar prevaricación esto? Puesto que cuando hacen el presupuesto saben que luego lo van a aumentar y sin embargo, por no atreverse a anunciarlo, dejan un presupuesto irreal, por debajo de lo que consumen en armas.
Nos toman el pelo. Mientras que hay este año 44.000 estudiantes universitarios menos por el aumento de las matrículas, mientras que cada día aumentan los parados que no reciben prestaciones, mientras que la pobreza y la malnutrición infantil está en lo más alto de la Unión Europea, ellos siguen jugando a los soldaditos. Eso sí con dinero del contribuyente y sin razón alguna. ¿Acaso no podían dar mejor destino a estos miles de millones?
Y eso no es todo, porque el presupuesto oficial de Defensa deja fuera muchos conceptos que la propia OTAN afirma que son gastos militares, como:
- Gastos de las clases pasivas militares (Ocultos en la Seguridad Social)
- Gastos del instituto social de las fuerzas armadas (ISFA)
- Gastos de la Guardia Civil FRONTEX (Ocultos en el Min. del Interior)
- Gastos de créditos de Investigación y Desarrollo militar (Ocultos en el Min. Industria)
- Gastos aportaciones a la OTAN y a la UEO (Ocultos en el Min. de Exteriores)
- Gastos del servicio de espionaje: CNI (Ocultos en el Min. de la Presidencia)
Total, que entre lo que nos ocultan en otros ministerios y las ampliaciones de presupuesto que efectúan en verano, el verdadero presupuesto de Defensa se parece al que ellos aprueban como un huevo a una castaña. Y todo por no querer dar la cara, por la mala prensa que pueden tener los gastos militares para los ciudadanos. Y nosotros a tragar, ¡otra más!
O sea, menos faroles, que no nos vendan una BMW cuando realmente es un Vespino. Que digan claramente las cosas, ¿no hablan de transparencia? ¿por qué esconden una parte muy importante del presupuesto de Defensa? Mentirosos, ese es el adjetivo junto a insensibles e incompetentes que mejor les cuadra.
Lo que tienen que hacer es gastar menos de verdad y no vendernos la moto falsa. Estamos en crisis y lo notamos en Sanidad, Educación, Dependencia, Ciencia, Investigación y otras patas del Estado del Bienestar, mientras que los gastos de Defensa siguen aumentándose, aunque lo escondan como auténticos falsarios.
Salud y República
Rafa García Almazán
Fuente: Kabila