“Es muy importante el factor socializador cuando hablamos de la memoria histórica”. Con esta frase ha comenzado Francisco Etxeberria su ponencia Una década de exhumaciones frente a medio siglo de ignominia. El conocido antropólogo forense y profesor de medicina legal de la UPV/EHU, ha hablado sobre la importancia de la memoria histórica dentro del curso A los 75 años del fin de la Guerra Civil: historia, literatura y memoria.
“La memoria histórica no habla de acontecimientos históricos del pasado, sino que se ocupa de asuntos del presente”. Todavía hay personas que no saben que fue de sus padres, abuelos o hermanos. La memoria histórica cuenta con un espacio de participación en todas las disciplinas: música, literatura, sociedad, cine… Uno de sus mayores éxitos ha sido el nexo entre el plano técnico, la dimensión social y la dimensión política.
Las exhumaciones derivadas de la búsqueda y localización de fosas en los últimos años han tenido un gran impacto en la sociedad. La causa ha sido que “los elementos más importante son las personas que tienen algún familiar en las fosas”, ya que desde que concluyera la Guerra Civil no han podido ejercer su derecho a poder enterrarlas con dignidad. “Tenemos entre manos una historia de sufrimiento que necesita ser atendida”.
En la época de la dictadura, ya se estableció un plan para buscar fosas del bando “triunfador”. En 1958, con la construcción del Valle de los Caídos, fueron miles los cadáveres y huesos que se llevaron del bando sublevado para enterrarlos allí. Por parte del bando republicano, la exhumación se produjo de manera aislada y en contadas ocasiones. Una de esas excepciones tuvo lugar en 1960, en el municipio de Oyarzun, cuando se desenterraron los huesos de un sacerdote nacionalista vasco.
A finales de la década de los 80, tras la muerte de Franco, se produjeron una serie de exhumaciones de forma masiva, sin apoyo técnico ni institucional, motivadas principalmente por la necesidad de los familiares de encontrar a sus seres queridos y enterrarles según sus creencias, principios y normas.
En el año 2000 se produjo la primera apertura de una fosa mediante una metodología científica. En Gipuzkoa no fue hasta dos años más tarde cuando se realizó la primera exhumación. Se hizo en Zaldibia y tuvo una gran repercusión. Incluso el presidente de la Diputación Foral de Gipuzkoa llamó ese mismo día mostrando su apoyo al proyecto, “y eso es muy importante para las personas que trabajamos en este ámbito”. Ese mismo año, el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe hizo una declaración institucional en la que se dijo que había que darle mayor interés a este tema.
En 2007 se creó la Ley de Memoria Histórica. Se trata de una “ley necesaria, pero sin duda insuficiente”. Es cierto que se ha mejorado y facilitado el acceso a archivos relacionados con la Guerra Civil, pero “todavía queda mucho por hacer”. Un año más tarde se publicó un mapa de fosas del Estado. Sin embargo, hasta el 2011 no se estableció un protocolo de actuación para abrirlas.
Etxeberría ha destacado la importancia de institucionalizar todo el proceso de exhumaciones para dotarle de una formalidad de la que hace años carecía. “Las personas que realizamos trabajos de exhumación no somos parte ni de la institución ni de ninguna asociación de la Memoria Histórica”. Se debe mantener la imparcialidad, ya que muchas veces escasea.
Hay personas que abogan por llevar este tema a través del marco judicial, aunque la verdad es que “deberíamos meterlo en el marco de los Derechos Humanos, porque de esta manera todos podremos ser partícipes”. En ese marco hay sitio para asociaciones, sindicatos, familiares…
El antropólogo ha finalizado su ponencia citando una frase del escritor George Orwell, que estuvo presente en la Guerra Civil Española: “Quien controla el pasado controla el futuro, y quien controla el presente controla el pasado”. Asimismo, ha añadido que “no podemos construir la historia del pasado desde los intereses del presente”.
Fuente: www.ehu.es