En plena efervescencia de la primera Guerra del Golfo, tuvo lugar un acontecimiento que intentaba por enésima vez llevar a la construcción europea por unas líneas maestra más concordes con el espíritu inicial y sobre todo con las necesidades de las mayorías sociales europeas.
Entre el 27 y el 30 de Noviembre de 1990 se celebró en Roma la Primera Conferencia de Parlamentos Nacionales de la CE conocido como Las assises. Asistieron 189 parlamentarios y por 150 votos a favor se aprobó una resolución que por su importancia pormenorizo.
La Comunidad debe dotarse de una política social, económica, monetaria y de medio ambiente que concreten el doble imperativo de justicia social y medio ambiente. La CE debe transformarse en una Unión Europea fundada en una base federal que se dote de las instituciones adecuadas con una Política Exterior y de Seguridad.
La hasta entonces Cooperación Europea debe quedar integrada en el Tratado y en las estructuras comunitarias. Debiera ponerse en marcha una política social común con disposiciones adecuadas en materias de cohesión económica y social. Ello implicaría generalizar a toda la CE un sistema de concertación social.
También debiera impulsarse una política a favor de la igualdad entre el hombre y la mujer en el ámbito del trabajo, de la educación, de la participación en la vida pública y en el acceso a los mandatos políticos. La política regional debe conseguir la eliminación de las desigualdades entre las regiones europeas.
Debiera iniciarse un proceso constituyente con cinco sujetos: Parlamento Europeo, Parlamentos Nacionales, Consejo Europeo, Comisión Europea y Pueblos de Europa a través de una consulta permanente y continuada ejercida ante cada paso del proceso. Como se ve, las iniciativas de los representantes electos democráticamente seguían incidiendo en las bases económicas y sociales de una construcción europea sólida.
Julio Anguita. Excoordinador general de IU.
Fuente: www.eleconomista.es